Pintor de todos los días

PINTO COMO ME DA MI REAL GANA: RAÚL ANGUIANO

 

Mara Carnaya

Raúl Anguiano Raúl Anguiano descansa trabajando. Trabaja en su estudio las mañanas y las tardes, hasta que se acaba la luz; todos los días. Dice que descansa sólo cuando duerme, y hasta en sueños, sigue haciendo pinturas. Esa es su vida, su idea de la felicidad.

Pintor, grabador y muralista, Raúl Anguiano es un hombre al que la vida le sabe a armonía. Gusta de estar rodeado de estética: su casa, su estudio, su esposa Brigita, su obra, las modelos que posan para él y hasta Tajín, su perro xoloitzcuintle, son parte fundamental de su existencia, en la que lo más importante es el trabajo, el amor y los hijos, en ese orden.

Realizó su primer trabajo litográfico, Zapata, en 1937, en el Taller de la Gráfica Popular. Medio centenar de obras gráficas elaboradas a partir de entonces integran la Exposición-Homenaje Siempre Anguiano, que se exhibe en la Galería Tonalli del Centro Cultural Ollin Yoliztli.

Aguafuertes, monotipos, litografías, grabados en linóleo y dibujos al pastel, integran la muestra. Se trata de obras que el propio artista seleccionó para representar 50 años de producción gráfica, en los que —dijo—, espera haber entrenado su mano derecha.

Sentado en la sala de su casa de Coyoacán, Raúl Anguiano conversa tranquilamente con la entrevistadora y el fotógrafo, a quienes ya había dado la bienvenida Tajín, primero en recibir a los visitantes con saltos y ladridos, acallados por el pintor y su esposa.

"El proceso de selección de las obras es un poco difícil, pero como tengo una producción muy extensa en lo que se refiere a obra gráfica, algunas de ellas se repiten. Antes de que termine el año inauguraré dos o tres exposiciones más, una en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo y otra en Saltillo que tal vez vaya a Monterrey; ambas son de obra gráfica, porque para prestar la pictórica se requiere mucho apoyo".

Anguiano se disculpa por el tono grave de su voz, ocasionado por los efectos de la trementina y el aguarrás que se utilizan al trabajar con óleo, técnica que vuelve a abordar después de los meses que dedicó a la elaboración del mural Historia y leyenda de Coyoacán, recientemente donado por el artista a su comunidad.

Esa mañana el pintor había iniciado un cuadro al óleo, basado en una acuarela que hizo en California, en la que aparece una casa amarilla que está cerca de su estudio, en ese estado norteamericano: "Yo reacciono a lo que me impresiona, en donde quiera que esté".

Y en cualquier lugar o situación, Raúl Anguiano no para de producir. Durante su reciente estancia en España pintó acuarelas de todos los lugares que visitó. El fin de semana anterior asistió a una boda en la que dibujó rosas que obsequió entre las mujeres que compartían su mesa, inspirado en la decoración del lugar donde se realizó la ceremonia. Como no llevaba lápices de colores, las iluminó con el lápiz labial de las asistentes.

Atención: hombre trabajando

Para el muralista jalisciense estar activo a los 82 años es cosa de todos los días. Desde temprano se dedica a trabajar aprovechando la luz natural, y durante las 89 mañanas que destinó a pintar el mural Historia y leyenda de Coyoacán, permaneció en su estudio por las tardes.

"El mural de Coyoacán es el proyecto más importante de este año. Lo hice muy rápido, en menos de tres meses, de 11 de la mañana a tres de la tarde. Trabajé con velocidad, pero la investigación, el estudio, las lecturas y los bocetos con modelos me llevaron más de un año y medio. La parte final es rápida, porque después de más de medio siglo, espero haber entrenado ya esta mano derecha".

A diario dibuja con apuntes o con modelos y evita las interrupciones, porque dice que se pone enfermo: "Muchas veces ocurre esto de las entrevistas, no como ésta —corrige riendo—, sino de gente que viene a pedirme algo, obras para subastas a favor de beneficencias, galeristas o a veces clientes, pero mi norma es trabajar todos los días. Descanso trabajando, y cuando duermo sigo soñando que estoy pintando. Es mi vida".

Después de más de seis décadas de actividad, actualmente está viviendo una síntesis de su trabajo. Es una etapa de viajes, de estudios, de investigación, y de una constante búsqueda de nuevos caminos, de una manera "muy placentera, sin torturarme, trabajando con goce, libremente, pero es muy difícil saber qué es lo que va a salir de esto. De las etapas anteriores ya están los resultados, felices o no, pero ahí están. Hoy trato de trabajar sin ataduras, como decía el gran pintor Francisco de Goya y Lucientes: pinto como me da mi real gana, sin imposiciones".

¿A partir de qué momento el creador es capaz de tomar una decisión así? "He tratado de hacerlo toda mi vida. Nadie me obliga, pero a veces la presión viene del mercado. No es que uno caiga en la tentación, pero en ocasiones hay que responder a la demanda del mercado. Afortunadamente yo me he desligado de galerías, así que ya no tengo esa tensión. Rara vez tuve alguna obra en galerías, trato de no tenerlas ni a consignación". Por eso vende su obra a los interesados que lo buscan en su estudio.

Raúl Anguiano recoge las impresiones inmediatas en dibujos o aguafuertes, y deja a las modelos y lo que requiere más precisión al óleo, el pastel o las litografías, con una consigna irrefutable: dibujar todos los días, y si en ese momento no tiene quien pose para él, retrata a su perro Tajín, como lo hizo durante la mañana de esta entrevista.

¿Qué hace Raúl Anguiano cuando no dibuja ni en la fiesta, ni en el sueño? Sus otros dos placeres son la música y la literatura. Lee varios libros al mismo tiempo, porque dice tener una manera muy caótica de lectura. Cuando le aburre un libro toma otro, o si alguien se lo recomienda, lo toma; lo mismo si cae otro en sus manos. Actualmente lee por segunda ocasión Al filo del agua, de Agustín Yáñez.

También está leyendo El zorro enjaulado, de Mario Moya Palencia, una biografía novelada de Miguel Hidalgo y Costilla; La nueva patria, de Federico Mayor Zaragoza, director general de la UNESCO; y una traducción de La Iliada, que hizo recientemente Rubén Bonifaz Nuño.

En cuanto a la música, escucha sus discos o su radio, "me gustan algunas bes: Beethoven, Bach, Brahms y Vivaldi, aunque éste sea ve labiodental".

Considera a los homenajes como estímulos, pero lo que más le interesa es comunicarse con la gente, ya sea por medio del lenguaje hablado o de la plástica, "que es lo más idóneo en mi caso. Me gusta que la gente vea mi obra, que opine, que la analice, que le cause satisfacción".

El arte, la mejor medicina

Maestro de artistas plásticos como Vicente Rojo, José Hernández Delgadillo, Fanny Rabel, Enrique Echeverría, y otros ayudantes que lo escogieron para trabajar a su lado, Raúl Anguiano dice que el arte y la cultura son "lo único positivo que nos queda. Es nuestro escudo y nuestra identidad, porque con las crisis que hemos padecido, con la situación política, los connatos de desestabilización y alzamientos que hemos padecido y que ponen en peligro la soberanía de México, la cultura es lo más positivo de México.

"Afortunadamente estamos avanzando en un sentido político democrático abierto por el régimen, ampliado —a pesar de la oposición—, por el presidente Ernesto Zedillo; pero estamos en un momento crítico, tremendo, en el que debemos reunirnos todos los mexicanos para tratar de acabar con la violencia, no sólo en los medios de comunicación, sino en las calles y en las casas, yo fui robado hace unos días, lo mismo que José Luis Cuevas. Para frenar esto se necesita mano dura para atacar la delincuencia que está creciendo en progresión geométrica".

El compromiso de los artistas es "delatar no sólo con la obra, sino tomando una posición como ciudadano, comprometerse, con o sin partido político; yo por ejemplo no pertenezco a ninguno. No creo que la pintura cambie a la sociedad. Puedo mencionar a la pintura mural de México, ¿qué ha pasado con ella? Sus iniciadores tenían ideas socialistas o comunistas, y no por ello cambiaron el sistema capitalista subdesarrollado en el que vivimos, esas fueron utopías, porque ni la pintura, ni la literatura van a modificar a la sociedad. El artista refleja su filosofía y manera de pensar, su posición política en su obra, pero como ciudadanos es como deben actuar".

Para el pintor, la cultura es el "alimento que puede salvar al pueblo mexicano, y que hace más llevadero este momento crítico por el que estamos pasando".

Hombre amable que gusta de la conversación, Raúl Anguiano nos traslada hasta su luminoso y desordenado estudio, y concluye el encuentro posando para el fotógrafo. A él se une Tajín, acostumbrado ya a los reflectores y a las lentes fotográficas —pareciera que la fama comienza a gustarle a sus tres años, porque posa con naturalidad—, y enseguida, como era de esperarse, su esposa Brigita.

La Exposición-Homenaje Siempre Anguiano se exhibe actualmente en la Galería Tonalli del Centro Cultural Ollin Yoliztli, ubicado en Periférico Sur 5141, colonia Isidro Fabela, Tlalpan.