Preserva tradición de los Panduro



Por Patricia Cordero
Grupo Reforma

Cd de México (25 agosto 2005).- Desde niña, cuando tenía unos tres años, Pilar Núñez Hernández (Tlaquepaque, Jalisco, 1966) empezó a manejar el barro para crear pequeñas frutas y ornamentos que acompañaran las figuras diseñadas por sus padres.

"Nadie te preguntaba si te gustaba o no, lo tenías que hacer, para trabajar y para vivir", dice.


El trabajo en barro que realiza la familia Núñez Hernández viene de mediados del siglo 19, cuando su tatarabuelo Pantaleón Panduro comenzó a realizar bustos y luego figurillas con este material.

Charros, vendedores, soldados, aguadores, artistas y toreros, pero sobre todo los bustos de personajes históricos de la vida social y la política, dieron comienzo a la tradición de los Panduro.

"Nuestra rama viene de la hija mayor de él, Maura Panduro Manzano, mi bisabuela; luego mi abuelo Margarito Núñez Panduro, y mi padre Margarito Núñez Hernández", recuerda la heredera de una tradición de cinco generaciones.

Una de las anécdotas más memorables, que con el paso del tiempo se ha ido convirtiendo en leyenda, es el encuentro de don Pantaleón con el Presidente Porfirio Díaz.

"Cuando llegó don Porfirio Díaz a Tlaquepaque, él (Pantaleón) se subió a su carruaje y empezó a modelar en barro su figura. Al llegar a su destino le enseñó la imagen y le invitó a que se la entregara ya terminada en la Ciudad de México. El Presidente le ofreció un curso en Europa para perfeccionar la técnica, pero mi tatarabuelo no aceptó", cuenta.

El abuelo, que todavía preservaba el apellido Panduro, inició una nueva colección de figuras de aproximadamente 12 centímetros y más de 80 modelos, que incluye a los personajes típicos de Guadalajara en el siglo 19, y una serie especial de los presidentes de México, desde Benito Juárez hasta Vicente Fox.

Una de las tradiciones que la familia conserva de antaño es el modelado de figuras a partir de fotografías o personas en vivo, para inmortalizar al personaje.

"Las artesanías se pierden porque uno las deja perder. Los hijos creen que no hay futuro en esto, y no es porque no haya, sino que en realidad nos dejamos absorber por el medio", señala.

Núñez Hernández ha continuado la línea de presidentes, añadiendo las piezas que van de Agustín de Iturbide a Sebastián Lerdo de Tejada.

Asegura que las maravillas de la época moderna nunca opacarán el trabajo realizado por los artesanos.

"El más moderno, que utiliza computadoras e internet, ve esto y queda fascinado. ¿Por qué luchar contra lo que ya traemos? Cuando llegan los chinos y nos pegan (con la piratería), volvemos a lo tradicional que es lo que ellos no pueden repetir", dice.

La también pasante de ingeniera en comunicaciones y electrónica optó por darle una faceta más formal al taller, registrándolo como una microempresa, aunque a su padre no le agradó mucho la idea por el arraigo que tiene con la idea clásica del artesano.

"Él se dedica a trabajar y ya, pero yo quise sacar el taller del anonimato. No ha sido un artesano abusado porque ha estado cerrado; él no es conocido, pero su obra sí. A mí me gusta mucho mi tradición, pero el mercado va cambiando".



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