Sábado 29 de Diciembre de 2007
Hace décadas,
cuando era niña, Martina Navarro diluyó incontables horas de su
existencia en Tanaquillo, pueblo de linaje purépecha, donde aprendió los secretos del maque,
mientras él, Tomas de Saint-Phalle, originario
de Francia, conoció las técnicas de la ebanistería, acaso sin imaginar
que un día, ya jóvenes, coincidirían en algún rincón del mundo no sólo
con la intención de casarse, sino de convertirse, al cabo del tiempo, en
artesanos de prestigio internacional y conquistar importantes premios y
reconocimientos.
Tras más de dos
décadas de dedicarse al maque, sienten satisfacción de ser artesanos
reconocidos y de haber recibido los más importantes premios en México,
entre los que destacan los de Domingo de Ramos en Uruapan, Noche de
Muertos en Pátzcuaro y Manos de México. Este
año obtuvieron el Gran Premio de Arte Popular por haber alcanzado el
primer lugar en maque. Se trata, sin duda, de una de las distinciones más
importantes para los artesanos de la República Mexicana.
Es un deleite
mirarlos trabajar en su taller de Uruapan. Mientras Tomas prepara las
piezas y las dibuja, Martina aplica los colores. Reconocen que el maque
es una técnica prehispánica. Consiste en pintar bateas, guajes, cajas y
baúles, entre otros objetos de madera.
Para lograrlo,
preparan la pintura con aceite de linaza y tierras naturales; los
pigmentos son de origen animal, vegetal o mineral. Cuecen el aceite con
ajo y resina u ocote, para posteriormente moler
las tierras en el metate y añadir pigmentos en polvo.
Una vez que
cuentan con los materiales, aplican con las manos una capa de aceite y
otra de polvo con un trapo. Colocan un promedio de una decena de capas.
Cada capa es alisada con la palma de la mano, hasta que la superficie
queda cubierta totalmente.
Finalmente dan
brillo a la pieza con un trapo seco, lo cual debe hacerse diariamente. La
etapa de secado requiere aproximadamente ocho días, de manera que
posteriormente continúa el proceso de efectuar el dibujo, el recorte y el
relleno con aceite y polvo. Cada día pintan con un color diferente.
Tomas y Martina
requieren hasta tres meses, es decir 90 días, para concluir una pieza
artesanal de maque; aunque en ocasiones, si la obra es demasiado
compleja, necesitan mayor tiempo. Evidentemente, los objetos con dibujos
prehispánicos que únicamente presentan dos colores necesitan menor
tiempo.
Ambos artesanos han
emprendido esfuerzos con la finalidad de recuperar al máximo la técnica
original del maque, ya que la misma degeneró durante el siglo pasado,
cuando Uruapan registraba gran afluencia de turistas interesados en
visitar el Volcán Paricutín.
Ante la demanda de
piezas, no pocos artesanos abandonaron la técnica original, de manera que
hasta utilizaban yeso y otros materiales artificiales con el objetivo de
lograr mayor rapidez en el secado.
Por cierto, a
diferencia de la laca, el maque no utiliza barniz; su brillo es natural.
Si se mancha con gotas de agua, verbigracia, hay que limpiar la
superficie con un trapo seco y el brillo natural retornará de inmediato.
Respetuosos de las
tradiciones purépechas, Tomas y Martina
elaboran piezas de maque con dibujos y en objetos como antaño lo hacían
los ancestros en la región; no obstante, dentro de su muestrario
incorporan diseños más modernos sin perder la técnica antigua.
En su caso, los
lazos purépechas y franceses han dado como
resultado más de dos décadas de obras maestras de maque para deleite de
los turistas mexicanos y extranjeros, quienes pueden visitar al
matrimonio de artesanos en su taller, en algún rincón de la ciudad de
Uruapan, donde indudablemente descubrirán parte del rostro que caracteriza
a Michoacán. |