Dos mujeres artistas: María y Frida, y dos admiradores-cónyuges no incondicionales, este martes 22 de octubre 2002 en el Aula Magna "José Vasconcelos" del Centro Nacional de las Artes (CENART), en el marco del Coloquio Arte y Género. "Las vidas disímbolas de las pintoras confluyen en la seducción de la mirada de dos artistas franceses relacionados con el movimiento surrealista de principios de siglo XX: Antonin Artaud por María Izquierdo y André Breton por Frida Kahlo". Del Conde delineó los encuentros y desencuentros de las pintoras mexicanas para concluir que la obra pictórica de estas artistas se deslinda en su contenido nacionalista; mientras Frida Kahlo fue una defensora del nacionalismo a ultranza, María Izquierdo huyó del arquetipo mexicano para hacer palpable lo que ella quiso que tuviera visualidad. Según la especialista, la obra de la pintora jalisciense María Izquierdo transita por el culto a la religiosidad, lo popular de los lugares, los rezagos de la Revolución y se conforma como una biografía pictórica porque no consiste "en reproducir algunos espectros de su universo, en completar fantasiosamente su universo; sino en practicar la metáfora dentro de los limites de la hoja de papel. En tanto, las pinturas de Kahlo son una autobiografía debido a su distanciamiento con lo ajeno a ella misma que reflejan una complacencia con su propia anatomía". La amante del muralista Rufino Tamayo, María Izquierdo, se caracterizó por sus composiciones con un "pasado oscuro e injusto"; donde se hace partícipe al sexo femenino sin excepción y por sus obras intimistas que son la otra parte de su persona: María Izquierdo era llamativa porque, al igual que Kahlo, usaba trajes de seda muy brillantes, joyas y peinados yalaltecas.
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