Felguérez rememora, 35 años después, los murales de Osaka

 

En 1969, 11 pintores realizaron esta colección de murales sui generis. El progreso y la armonía para la humanidad fue su tema general.    

Los murales fueron el gran éxito de Fernando Gamboa, dice el artista.

 

 

 

 

PÚBLICO MILENIO 1-Marzo-06

 

 

 Le llaman la Capilla Sixtina del Arte Abstracto y está situada en el Museo Manuel Felguérez de Arte Abstracto en Zacatecas. Y le dicen así porque congrega los murales que, por invitación de Fernando Gamboa, fueron realizados en 1969 por Lilia Carrillo, Manuel Felguérez, Fernando García Ponce, Arnaldo Coen, Francisco Corzas, Roger Von Gunten, Francisco Icaza, Gilberto Aceves Navarro, Brian Nissen, Antonio Peyri y Vlady.

 

Dentro de la historia del arte mexicano, este grupo de artistas ha pasado a ser la generación de la ruptura, todo un parteaguas que distingue las modernas vanguardias de las escuelas más tradicionales, precisamente inscritas en el muralismo.

 

Treinta y cinco años después los visitantes al museo se maravillan con 11 visiones sobre El progreso y la armonía para la humanidad, tema propuesto por Gamboa. La fuerza de los trazos envuelve al visitante, lo invita a permanecer y a establecer un diálogo con las propuestas.

 

Gamboa trabajaba en el área de exposiciones de la Secretaría de Comercio y se encargaba de los pabellones mexicanos en las ferias extranjeras. Para la Exposición Mundial Osaka 70 decidió que la entrada al pabellón estaría cubierta con murales de pintores jóvenes. Los artistas se reunieron en una fábrica, donde Gamboa había hecho una maqueta de tamaño natural del espacio de Osaka.

 

Desde las nueve de la mañana el sitio se convertía en una fábrica de arte cuyos obreros de imaginación desbordante convivían en esta situación sui generis. Sonriente, Manuel Felguérez recuerda en entrevista esos días: “Arrancamos todos pintando al mismo tiempo. Hubo una recomendación de que si podíamos nos pasáramos al cuadro del otro, como para ligarlos, pero prácticamente no se cumplió. Hicimos alguna línea, pero cada quien hizo su pedazo”.

 

Antes de la feria hubo conflictos entre la gente encargada de construir el pabellón y el arquitecto a cargo renunció. Lamentablemente, al nuevo encargado se le ocurrió poner un piso de tezontle que impedía colocar los cuadros realizados a la medida del espacio. Gamboa sintió que el proyecto había sido un fracaso y lo lamentó mucho.

 

“Nunca volverá a repetirse”

 

• ¿Qué pasó con los murales?

 

Regresaron como se fueron: enrollados en cartón de seis metros de largo. Lo primero que se le ocurrió a Gamboa fue salvarlos y donarlos al Instituto Nacional de Bellas Artes, pero al no haber donde ponerlos se enrollaron y se guardaron en una bodega. Con los años algunos de nosotros teníamos una exposición importante y pedíamos que nos montaran nuestro mural. Después lo desmontaban y lo volvían a enrollar. Algunos pararon en provincia, mientras otros seguían enrollados.

 

• ¿Cómo llegaron al Museo Felguérez?

 

Cuando el museo comenzó a remodelarse les creamos un espacio. Hicimos la gestión con Bellas Artes, que recogió los que estaban regados, desempacó los que estaban enrollados y todo junto fue llevado a Zacatecas. Se colocaron y quedó un salón que llama muchísimo la atención de la gente.

 

• ¿A qué atribuye su valor?

 

Al hecho de que al mismo tiempo y en un mismo lugar se congregó una generación de pintores que son como un corte histórico. Cuando después de 33 años los murales se volvieron a exhibir, lo que por circunstancias fue un fracaso se volvió el máximo éxito de Gamboa en su historia de museógrafo y de promotor de la cultura. La circunstancia que unió a estos artistas nunca volverá a repetirse, es algo que ya.

   

  México • Xavier Quirarte