ENTREVISTA /
LUCIANO SPANO PINTOR
Cuando
pinto afianzo mi ser, descubro mi fuerza vital
REGRESA A MEXICO
PARA PRESENTAR DE MIS MEMORIAS
MONICA MATEOS-VEGA
Luego de tres
años fuera de México, Luciano Spanó, italiano de nacimiento,
regresa para mostrar los cambios en su obra. En entrevista habla sobre sus
técnicas de trabajo, la evolución de su crear y los nuevos temas para sus
cuadros
El pintor Luciano Spanó se encuentra en México para presentar, luego de
casi tres años de ausencia del país, una exposición individual de su obra
reciente. La muestra, titulada De mis memorias, está conformada por
una serie de cuadros realizados a petición de la galería Kin (Paseo del Río 89-5, Chimalistac),
en los cuales se perciben trazos austeros, de una sola intención, pero
"con mucha fuerza".
En entrevista con La
Jornada, el artista narra que lleva más de 25 años reuniéndose
semanalmente con amigos y colegas como Daniel Lezama,
Boris Viskin, Mario Núñez, Gonzalo García y
Gabriel Arévalo para dibujar, pues se trata de "un ejercicio
fundamental para el desarrollo de una persona que trabaje la escultura, el
grabado o la pintura. El dibujo constante es vital para mantenerte alerta y
con pulso vivaz, fresco".
Spanó nació en 1959 en Saluzzo, provincia de Cuneo, Italia, pero desde 1974
adoptó a México como su terruño. Realizó estudios en la Escuela Nacional de
Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, y participó en el taller Posada
de Aguascalientes, así como en el de Técnicas y Materiales de Pintura
impartido por Luis Nishizawa.
Se inició en el
oficio de pintor siguiendo una línea abstracta, luego se volvió figurativo
y, obsesionado por el detalle y la figura humana, llegó a ser "casi hiperrealista".
Ahora, sin
abandonar su pasión por el cuerpo humano, ha regresado a la abstracción, ya
que su obra pretende conectar la energía vital que anima su pincel con las
emociones del espectador.
"Quisiera
expresar con mi pintura las angustias, el dolor, la belleza o los
sentimientos de felicidad que uno va cargando durante la vida. Pongo toda
mi pasión en ello. Pobres de las personas que aunque tienen muchas entradas
económicas o grandes éxitos materiales deben hacer una labor por la cual no
sienten ninguna pasión, porque ello es contradictorio a una vida sana y
feliz", asegura.
Spanó siente que la figura humana,
el gran eje sobre el cual ronda su obra, "se ha integrado a mí; ahora,
si mancho una tela, si doy una pincelada, si me vuelco o hasta si aviento
una materia al lienzo, salen figuras. En las manchas veo figuras que, desde
luego, después voy trabajando".
Los cuadros que
conforman De mis memorias (que se inauguró el martes pasado) están
realizados con una técnica que se llama de pútrido -llamada así por el mal
olor que tiene-, explica el artista: "es un método muy lindo, antiguo,
que consiste en mezclar huevo con óleo y pigmento blanco para dar, primero,
una texturización. Seca mucho más rápido que el
óleo y no es una materia plástica como los acrílicos. Tiene la ventaja de
ser muy luminosa.
"Después, trabajo
con precipitaciones, que en realidad son escurridos manejados. Esto me
permite tener la tela húmeda y en precipitación durante varias semanas.
Voy, toco, sigue escurriendo, se pierde la figura, la vuelvo a encontrar,
encuentro otra figura o un detalle muy determinado que al otro día no
existe. ¡Eso me encanta!"
Obra viva
-Es como si la obra
estuviera viva.
-¡Exacto! Eso
sucede durante varios días. Es un trabajo aparentemente sencillo, pero
puede llevar hasta seis meses. Estas pinturas las empecé en enero y las
terminé hace apenas un mes.
-¿Cómo es ese
diálogo que establece con cada uno de sus lienzos?
-Es una búsqueda de
lo interior, de mí mismo. Sobre todo en el primer proceso. Es una manera de
descubrir mi propia fuerza vital y de trabajo, y afirmar mi propio ser.
-¿Las obras le
hacen preguntas?
-Sí, muchas y muy
complejas, cuestionamientos alrededor del arte, como saber si realmente
todo lo que siento y pienso está transmitiéndose hacia la persona que va a
ver mi trabajo. Muchas de mis dudas consisten en ello. Es cierto que pinto
para mí, pero cuando muestro mi obra siento mucho miedo de que todo ese
mundo que me he creado durante meses se caiga en el momento de que alguno
de mis amigos pintores me diga 'oye, Luciano, ahora si te la jalaste, cómo
es posible'. Es un riesgo.
"En esta
investigación en particular llevo tres o cuatro años, es poco tiempo.
Siento que necesito muchos años más, pero también sé que atrás tengo la
experiencia de más de tres décadas. Aquí está la duda, pero también la
seguridad y el reconocimiento.
"En mi primera
época abstracta no concreté mi búsqueda, era una pintura opaca, un trabajo
de paleta y puesto, es decir, hacía la mezcla de los azules en la paleta y
hasta ahí, podían ser colores muy vivos, pero no luminosos en sí mismos.
Después, al trabajar la figura, encontré a través de las veladuras y
transparencias la luz."
-¿El hallazgo de la
luz es la gran respuesta que le está dando la pintura?
-Sí. La luz. Empecé
con una obra oscurantista. Inclusive Raquel Tibol
me había puesto, junto con unos amigos, como integrante de la transvanguardia mexicana, y eso era: esa pintura
agresiva, dura, con negro y amarillo, con unos verdes terribles que, si
bien demuestran también un sentido humano, a través de mi vida he ido
descubriendo la luz, que es sinónimo de felicidad, pero también es la
angustia, que nos da temores.
-¿Cómo ha sido la
experiencia del intercambio continuo de ideas y vivencias con sus amigos y
colegas?
-Todo empezó porque
necesitaba dibujar, entonces con Viskin, Gustavo
Aceves, Manuela Generali,
Mauricio Sandoval, José y Miguel Castro Leñero decidimos reunirnos para
dibujar. Y eso fue todos los lunes, por toda la vida.
"Es como
querernos, mimarnos, apoyarnos, sentirnos una familia, colegas. Hubo un
momento hace cuatro años, a mi regreso de una beca en Italia, que les dije,
'vamos a salir a pintar al campo'; entonces en dos autos nos fuimos a todos
los alrededores de la ciudad de México a trabajar como pintores de
caballete, a la manera de los impresionistas.
"A partir de
aquello, en París estoy llevando a cabo una experiencia maravillosa: estoy
pintando puentes. Allá no está más que mi asistente, pero hago cuadros
monumentales, de 3 o 5 metros. En una mañana armo todo un trabajo sobre
cada puente, pues pasa la gente, hay hallazgos. Salir a la calle es muy
importante, y la fidelidad al lápiz, al dibujo, es la fuerza."
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