Varias personalidades en el
campo del arte y la poesía rinden homenaje a una gran amiga… a una gran
artista: Leticia, en el texto la
conocen la quieren la sienten la
proyectan la inmortalizan. |
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para el Museo CJV |
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Para Leticia
Leticia pinta un
cuadro. En su mano, el
pincel, es una terca
libélula empeñada en
cabecear contra el gris abismo del lienzo. Alta la mañana,
olorosa a eucaliptos entra por la ventana de su estudio. Yo la veo girar,
alejarse y volver como de tierra
extraña, para luego
golpear todos los grises con la espátula. Imagino soledades
y van surgiendo plumas, escamas,
lentejuelas de agua y esa sombra del pico
amenazante sobre nuestras cabezas desplegando dos alas tras el sueño. Parábola del vuelo
y de la libertad: águila que se anuncia. Nunca se vuelve a
ser el mismo y el alma se
revuelca después de haber
andado la luz que sangran las
calles de La Habana me dice con
descuido- en la pulida
mañana de Guadalajara bajo un cielo, de
tan azul y limpio, irreal. ¿Quién sopla a
sus oídos? ¿Quién dicta ese
color que ahora le brota, ese afán de
dejarnos la piel contra las cumbres? ¿Qué misterio nos
guarda para el ojo ese pájaro enorme
que riela bajo el oleaje de su lienzo? Leticia pinta un
cuadro. Yo me lo invento todo. Yo ficciono ese instante, en que su mano, atrapa al águila:
pedazo gris de eternidad que luego
comprará, indiferente, algún coleccionista. Mientras ella
pintaba, yo sé que el aire se
ahogaba con una danza de Cervantes; la sal del
Malecón nos salpicaba y lamía la piel como a una vieja casa. Nelson Simon - Poeta del Pinar del Rio Guadalajara, FIL Domingo 25 Nov. 2001 Primer
lugar Poesia. Año 2001, Cuba |
Brevextura
A Lety Gómez Ibarra, en las
veredas... Por el alba el
color consuma al silencio Cuántas manos son
las sombras? una lámpara es el
acto del desdén, son más los
dientes de la estrella, la bufanda que
nos quema los anillos y los dedos; el coral se ha
secado, el mantel y sus palomas... Pero brindemos en
burbujas de oro, la salud de esos
pordioseros de la vela, la referencia es
el tequila que se vació en la cama El animal y su
sexo giratorio deambula entre las cigarras y
los retablos del funeral, al horizonte la flauta es el reproche de
un pájaro heredado. ¡
Anhelo! Con certeza el
espejo es el vestido del fantasma; vertió su cara la
moneda, aquellas tardes,
aquellas, suponían el
riesgo del arcoiris, las letras del arcoiris, los pintores
arrojaron lanzas a la niebla, Dios esperó la
noche para decir: "la luz es
la saliva del otoño" a la luz , tu luz
... Mario González, 20 de Agosto de 1997 |
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A Leticia y su Pintura El brazo del mar en que desagua el
río es de un color de plata azul. Azul bruñido azul pulido azul, azul color de ti. Ramiro Torreblanca Guadalajara, Jalisco, Enero 1993 |
A la
pintura "Agazapados"
Versátil,
fulgurante, primigenio. Con la
arrolladora fuerza del nacimiento de
la vida; Entre estertores
de tierra que se baña en su propio fuego. Felicitas Moreno Mayo de 1992 |
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Para encontrar a
Leticia Para encontrar a
Leticia, hubo que desmontar de sus pinturas fruteros de normes sandías,
mandarinos, limas bodegones con triadas de peces verdeamarillo,
azulmorado, botellas luminosas que se abrazan de
los hombros en noches de celo. Desmonté también floreros de altos agapandos, frondas e incendios de flor de calabaza. Pero Leticia es
criatura de mar... y a veces se muestra encubierta de arena, conchas, cantos
y resaca... es iris en atrevidos crepúsculos lunares, oleajes verdeazuleando al cielo, retándolo, retándolo hasta el
sol. Las palmeras en
los pinceles de Leticia danzan eróticas brisas para que en asonancia los
brazos, el talle, los muslos y dedos de manos y piernas conlleven el vaivén
del mar, siempre del mar... Por Leticia supe
que del mar nacen los ojos, el movimiento y el paisaje. Colores furiosos. Los
viajes del alma. Las olas de los cuerpos, polinización de peces sobre el
terciopelo de aterciopeladas anémonas. Pincela Leticia
pincela; coloréanos horizontes para vergüenza de los vivos que están muertos.
María Luisa Burillo |
A
Leticia Gómez Ibarra
Nombro a una mujer
tibia para que ella dé a luz a quien
pueda escribir de los siete días líquidos:
Porque ha llovido he pasado
unos días de mucho frío interior donde crecen mis ganas de quedarme en estos pies que a veces se detienen para retrasar todo: el siglo por venir: su
voz de incertidumbre en los pulmones respirar suave, lento casi no respirando y nuestro
cuerpo no fuera suficiente para vivir que no es aire Esto es tan solo el tizne que habremos de limpiar con nuestras manos. También a la esperanza hay que dejarle sitio
para que no la ahogue nuestra respiración Pero es la lluvia que congela Así que debemos nombrar a una mujer con la costilla rota de la palabra madre. Hay que soplar muy
fuerte bajo el barro que antes formara a Dios para romper el hielo de nuestra propia lengua Hay que hacerla venir
de entre los muertos que descienda de su cielo de mar y nos desdiga. Luis Armenta
“Ciertos milagros laicos” Con ilustraciones
de Leticia Gómez Ibarra Presentado en el Feria
Internacional del Libro en Guadalajara Jalisco
el sábado 7 de diciembre
2002
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Queridísima: Gracias por esa luna que se desgaja
igual que la sonrisa por tu cara. Por esos seres que pueblan su
interior y atestiguan lo blanco que del cielo cae a cobijarnos. Por ese
lienzo que se deja querer en una intimidad de arena y pergamino. Gracias por
la sorpresa de encontrarme en la cima del monte sin haber dado un paso...
aunque sí: nuestra amistad da un paso al permitirme deambular por tu pintura.
Un beso (que se desgaje, también, sobre tu cara). Luis
Armenta Malpica Carta
de Luis Armenta a Leticia |
Breve crónica de la niña
El mar fue
arrastrado por la lengua y con enojo vio cerrarse la boca tras su paso. El
cuerpo de la niña se entintó de añil y su piel tuvo el sabor de la sal que se
compra en el mercado. Sus pupilas reflejaron viejos barcos y sus labios
fueron puertos de otros labios. Un florero se rompió en la casa oscura y6
tres arañas diminutas hilaron la historia de la niñamar
tan solitaria. Ah, la niñamar tan solitaria como el
pino que se asoma por el turbio ventanal de la memoria, de un viejo
arrepentido de sus años. La niñamar tiene ahogado
el corazón y algas y peces, pulpos delfines y ahogados, derraman su sombra
sobre esa piel esmerilada y lacia. Caven la fosa lo
más hondo que se pueda, caven, caven hasta encontrar un río avergonzado que
la quiera llevar entre sus brazos y la haga vomitar doce mareas en lugar
santo. Mario Heredia Guadalajara Jal Enero 14 de
1999 |