El Juego de las Piedras y el Bronce.

 Por: Dante Medina

Toda la obra de Jonás Gutiérrez nos recuerda que todos tuvimos infancia, por si lo hubiéramos olvidado.

Como si no fuera evidente, y no lo es: estamos tan atareados en ser adultos, tan ocupados en sufrir trabajando, o en trabajar cansándonos, que ya no tenemos tiempo para el juego.

En medio de esto y mientras tanto, el artista Jonás Gutiérrez creció, creció y no quiso trabajar como los otros. ¿Qué iba a hacer con la vida, qué iba a hacer con el tiempo? ¿Se vale jugar?, preguntó. Y como no le contestaron, se dedicó a jugar.

Se puso a jugar, yo supongo -y porque lo veo en su obra escultórica lo supongo-, con el equilibrio, como hacen los niños con los castillos de arena, de cartas, de palitos, de fichas de dominó. Y ahora, en tiempo presente, sigue jugando a que su compañera invisible es la traviesa gravedad, que le dice de sus esculturas: ¿a que te las tumbo?, y Jonás le contesta: ¿a que no? Y el aire se les queda viendo, retiene la respiración para no intervenir, a ver quien gana, y los declara tablas, empate.

Del barro y la plastilina, Jonás pasó a la madera, carne dura que se talla, pero no se quiso quedar ahí, porque le fascinó el metal que gotea, el chorrito del bronce en la fragua, un líquido excelente para petrificarlo y volver a jugar al equilibrio. Y para complicar la emoción y el suspenso, nadie mejor que la piedra. De un lado, el metal maleable al que hay que darle forma; del otro, las piedras, sagradas, que ya modeló la naturaleza, tal cual están perfectas.

Con estos instrumentos, Jonás juega. Sería inexacto decir que 'trabaja' sus materiales, lo justo es decir que 'los juega'. A la piedra y al bronce los acomoda, los amarida, los ensambla, los híbrida, los une, los pega, los enamora: la piedra es ella, el bronce es él.

Aunque ya sea un adulto, nos recuerda Jonás, su infancia no se ha ido: él sigue, como cuando empezamos a caminar, jugando al equilibrio, y nos enseña sus juguetes, estupefactos de gravedad y aire, para que como niños, nos asombremos un poquito diciéndonos unos a otros: '¡Mira!'