Conceptos sobre la escultura por Francisco Zúñiga

Mujer sentada,1959
Bronce I/I,
25x16cm

 

I

No podría abstraer un concepto de la escultura de mi propia experiencia, ni de mi orientación humanista. Comienzo con la talla directa de la madera y la piedra, lo que ha sido primordial en mi trabajo posterior, por la elemental necesidad de oficio que obliga a ceñirse al material empleado, a conocer sus cualidades particulares. Conforme a una noción sustancial de la escultura, un retorno a sus orígenes, cuando la imagen símbolo era esgrafiada en un trozo de material con algo de la forma buscada, quería expresar la forma escultórica de un modo natural y orgánico, que fuera surgiendo del bloque. La figura humana planteaba problemas que se conjuntaban con elementos psicológicos, con un razonamiento por conciliar la experiencia cultural de la figura: proporciones, movimiento, expresión, y mi propia visión de la realidad.

Ante las corrientes divergentes y la aparente contradicción de los estilos de arte de vanguardia de mi época juvenil, opté por un arcaísmo, por las proporciones primitivas, orientado por el reencuentro con la escultura prehispánica , y estimulado por un sentimiento afirmativo de nuestros orígenes mestizos.

Con el afán de conocer todos los aspectos del oficio de escultor, pasé largo tiempo como ayudante de talleres de escultura y fundición a la cera perdida.

Las ideas de un arte de contenido social, imperantes en nuestro medio en el inicio de los años cincuenta, me impulsaron a pugnarporque la escultura saliera a la calle. Integrar la escultura a las construcciones públicas, a los espacios abiertos de un nuevo urbanismo y realicé grandes relieves en piedra (SCOP), barro cocido (Deportivo Chapultepec), estatuas (Pípila, Epitasio Huerta, Santos Degollado: tallas directas, Michoacán) y grupos monumentales en bronce. Me preocupaba la función del arte; anteponía la motivación temática, el desarrollo de la composición al contenido formal.

Deseo por ahora completar una serie de imágenes de México, como un viejo artesanos del medioevo, aunque su destino no sea idéntico. Imágenes que sean fundamentalmente esculturas; de ese intento surgen figuras de pie, de cuclillas, sentadas o agrupadas, que están siendo no haciendo, imágenes de la fertilidad, de la angustia, de la melancolía, de la soledad, resistentes a la miseria. Mujeres mestizas del pueblo, matriarcas montañosas, terrenales y tangibles, que un día serán incorporadas a nuestro paisaje.

Mayo de 1968

 

 

II

Cuando se trabaja una figura, nunca se puede llegar a la totalidad como en la realidad, por eso estoy en contra del vaciado del natural. La totalidad esta ahí, enfrente de uno, por lo que el trabajo consiste en sustraer algún elemento que se acentúa, un torso, un pie, el rostro. Sabemos por ejemplo que Miguel Angel reveló todo su talento en los torsos. 

Mujer hincada con tocado, 1966
Marmol negro mexicano, 56x26x21.5cm 

III

Siempre tengo los mismos problemas para resolver una figura, siempre me encuentro con que ignoro todo lo que he hecho antes, y a pesar de que a veces repito una figura, me es igual, no se me da de memoria una mano o una cabeza; no tengo una idea exacta de la anatomía, de modo que cada vez que vuelvo a una figura, tengo los mismos problemas, salvo en los aspectos más sencillos o en los aspectos puramente técnicos.

En el caso mío, parece ser que la motivación principal es la figura humana. La figura humana es mucho más compleja, da más problemas que resolver, aunque nunca he entendido a las formas como separadas de la realidad, las formas siempre parten de un modelo existente en la naturaleza, ni aun las formas puramente matemáticas son inventadas, por lo tanto no veo nunca la forma separada de su motivo, no veo porqué separar forma y contenido.

Creo que toda obra es primero motivada por elementos sensoriales o por sentimientos un tanto cuanto ocultos, después viene el proceso de estructurar, de ver cierta composición, o sea lo que se ha llamado la estética antigua o moderna.

Desnudo de cuclillas, 1966
Marmol de Carrara, 24x26x24cm 

IV

No se ve ni se siente que la sociedad actual necesite tanto del arte. Agrada sí, pero de manera un tanto momentánea. Ya no está ligado con el mundo interior del individuo. Se han perdido las ligas que hubo con sus símbolos, ciertos cultos. Ese arte se ha perdido, se ha convertido en una búsqueda de objetos, y si bien desde luego la búsqueda de objetos no carece de interés, como la revalorización de la forma, los objetos son así inservibles, son para un solo momento, como estímulo de sí mismo, el gusto de hacerlos, pero no creo mucho en el arte por puro placer, me parece que es un lenguaje, una expresión y debería comunicar. 

 

V

Se puede ver que en el caso específico de la escultura, ya no hay un camino importante; se busca el adorno, lo que llaman ahora formar el ambiente, un aspecto subsidiario de la arquitectura, pero eso será siempre subsidiario. Quisiera formas más conmovedoras. Seguramente que la tecnología, el automóvil y la maquina que el hombre emplea tienen tanta o más importancia que la que tuvo el caballo para los griegos. Nadie ha esculpido un caballo con más conciencia que los griegos, pero a la relación hombre-máquina, todavía no la veo tan orgánica como lo fue la relación hombre-caballo. Desconozco cuales podrían ser los ideales, las motivaciones en esa diferencia tan esencial. 

 

VI

En la tecnología, el progreso se mide por el cambio, el artista moderno entonces se le exige que cambie; pero el progreso en arte no es así. El arte moderno se habituó a esto con Picasso, hombre que cambiaba siempre en ciclos muy cortos de expresión, con cambios formales muy radicales, eso mantenía tanto a la opinión como a la crítica siempre con un interés renovado. Esos cambios daban laidea de que el hombre progresaba, mejoraba, avanzaba; sin embargo creo que si bien tuvo, sí, períodos de gran avance; la juventud, la adolescencia, la madurez, esos cambios no se aprecian en proporción directa con los cambios formales. La verdadera transformación de su obra no está, justamente, en esos cambios exteriores. 

Mujer de cuclillas con tocado, 1971.
Bronce 0/IV,

80x70x68 cm

 

VII

Adquirí conciencia de la escultura como expresión plástica, cuando comencé a tallar piedra. En ese entonces tuve ya un plenteamiento puramente escultórico; tenía suficiente información y mis modelos eran obras muy sólidamente concebidas y sólidamente realizadas; obras prehispánicas, Brancusi... En ese momento, la formación intelectual se reafirmaba en el trabajo directo. Desde el principio me enfrenté a la piedra como a una pieza de estudio completamente íntimo, no de encargo, como me sucedió en algún momento después, sino que el trabajo era solamente por el placer de hacer y entender la escultura.

Siempre ha habido una dualidad en mis tendencias de trabajo; por un lado hacer algo que es más agradable, más estético, como una visión más alegre y tierna de la vida; y por otro lado una visión más melancólica, más pesimista. Esto produce por un lado figuras más sensuales, y por otro, figuras más duras, más expresivas. Algunas tienen tendencia a ser más solicitadas, aquellas de composición más recia son de más difícil aprecio.

Se dice mucho sobre la realidad. Hay aspectos que me impresionan y entonces trato de construír un todo orgánico, como lo veo en la realidad, pero no hago abstracción ella, ni interpretación, trato de trabajar sobre ella pero no de copiarla ni de imitarla, parto de lo visible que además es aquello que está más ligado a las grandes tradiciones de la escultura.

El asunto es que si uno se enfrenta de una manera nueva con el modelo, toda la problemática de la representación de la imagen surge de nuevo de otro modo. Siempre se está trabajando en base a ideas dadas, a tradiciones. Enfrentarse al modelo es una especie de saneamiento, volver a las fuentes, reinterpretar las imágenes. Es justamente una manera de romper con la tradición, y esto es independiente del camino formal que uno se haya impusto a sí mismo.

Tlalpan, D.F., a noviembre de 1977.