La historia de la antigüedad nos permite constatar que en algunas civilizaciones y culturas primigenias, lo mismo en África y Asia que en Europa y América, se consideraba el trabajo de los auténticos artistas más que como un muestrario de virtudes técnicas al pintar o esculpir, al transformar materiales y elaborar nuevas realidades plásticas…, como una forma altamente especializada y respetada dentro de las comunidades en torno a la exploración, crítica y recreación de los misterios del universo, la naturaleza, la vitalidad y conciencia humanas; del pasado, el presente y el futuro individuales y colectivos.

En esas antiguas sociedades, el artista que se entregaba de lleno a su oficio, a sus intuiciones y a sus saberes, era valorado no tanto como un pintor, un escultor, un ceramista, un creador de imágenes y objetos estéticos, sino que se le catalogaba como una persona trascendente y desafiante cuya actividad era verdaderamente cercana a la magia, a la alquimia, al chamanismo, al viaje interior para asir el devenir exterior, a la revelación poética, a las evocaciones del sueño, a las posibilidades concretas e inspiradoras de ver más allá de los velos, las contradicciones y las apariencias de las realidades cotidianas.

Desde esa perspectiva, dentro del panorama actual de las artes plásticas y visuales emergentes y con trayectoria de México y de América Latina, destaca la enigmática y singular presencia de las Obras de Ernesto Loza, un joven artista jalisciense que tiene muy claro lo que busca, encuentra y explora en sus salvajes travesías por el infinito territorio del arte y la vida, donde la Visión es del Espíritu: “al final de la noche, cuando irremediablemente despierto bajo la luz diurna de esta realidad, la sombra que arrastro me lleva a trasplantar mis aventuras oníricas. Entonces, retrato la fantasía, la magia. Retrato a los arquetipos tal como los percibo: poderosos monarcas de los reinos de la imaginación. Del silencio. Bestias sagradas y brujerías, danzas paganas, ritos de paso, hombre y mujer, la búsqueda de la sabiduría interior”.

Minucioso y talentoso con el óleo, la encáustica, las tierras y la composición de la imagen, Ernesto Loza parece emerger de los laberintos naguales dotado de un poderoso lenguaje estético propio y, justamente, en este momento contemporáneo utiliza los elementos de la imaginación y la imaginería prehispánica, mexicana y universal, con el fin de realizar Pinturas, Dibujos y Obras Gráficas donde la libertad creativa es el instrumento adecuado para transformar mitologías, figuras de ensueño, historias, rituales, misticismos, bestiarios, máscaras, ironías, juegos, críticas, memorias y pasiones…, que nos permiten acceder a las transfiguraciones de sus caminos y a su insondable deseo de trascender las apariencias en esta decisiva encrucijada de México y del planeta. Así, en Galería AJOLOTE, las Obras de Ernesto Loza nos confirman que desde tiempos inmemoriales, y también aquí y ahora, podemos vislumbrar y asir el Mundo Nagual.


*Investigador, Curador, Museógrafo y Crítico de Arte. Director de ARTES DE OCCIDENTE.