Biografia FoLé Eduardo
Fonseca-Lopez tras el seudónimo de FoLé nació en El Primer acercamiento: Diego Rivera
y Frida Khalo Más
o menos a la edad de cuatro años, FoLé tuvo su
primer acercamiento al arte y fue mediante las constantes visitas que por
años hicieron sus padres a Casa de Diego Rivera y Frida Khalo
en Tlalpan y que ya estaba convertida en Museo. El
motivo de las visitas era cualquiera, ya que a aquella vieja casona la
envolvía un especial misticismo y la magia que ha rodeado a estos dos
reconocidos pintores. El Museo quedaba a sólo unas cuadras de la casas donde habian vivido su madre y padre, en la colonia El Reloj.
Sin embargo la visita más esperada por FoLé y sus
padres cada año era el 2 de noviembre, no por su cumpleaños sino porque era
un dia de verdadera fiesta nacional, el Dia de los Muertos.
La casa-museo, se vestía de gala y fiesta y se montaban altares en
honor a los niños muertos y a los
adultos. FoLé recuerda que lo que más le impactaba
era ver en el que fuera dormitorio a un lado de la cama de Rivera, aquellas
botas de obrero pisadas por largo tiempo por los pies del gran pintor y
verlas tan vacías y ausentes de vida. Además, el viejo y usado overol azul
marino que el muralista mexicano habia utilizado
múltiples veces y al que alguna vez había dado vida, se encontraba entonces
tan quieto. Por supuesto, objetos de Frida Khalo
había también por todos lados pero Diego predominaba en aquella mansión. Pero
hubo algo misterioso en FoLé que lo identificó con
él. Sus pinceles yacian
quietos y FoLé confiesa que siempre tuvo la
tentación de usarlos y que incluso en una de sus visitas burló, con la
inocencia de un niño la vigilancia y se animó a tocar las viejas y deformadas
botas y los largos pinceles con que Diego alguna vez pintó. El haber visto que esos objetos inanimados alguna
vez los uso alguien con tanta creatividad, fuerza, dedicacion
y pasión, ahora permanecían inmóviles, también “muertos”. Incluso FoLé, ya mayor, cercano a los 11 años de edad, escapaba
frecuentemente con el pretexto de ir a la tienda a comprar dulces, se
desviaba un poco con el fin de visitar
la ofrenda permanente a las memorias de Diego Rivera y Frida Khalo. El segundo acercamiento: su
abuelo, Dalí, Picasso, Magritte… Desde
la primaria hasta la preparatoria, FoLé realizó sus
estudios en Lo
que más impresionó a FoLé de los pintores “Surrealistas” e incluso de Bradbury,
fue la maestría, la irreverencia y la valentía para atreverse a decir pintando y escribiendo lo que pensaban. Eso
era fantástico. Poder pensar y decir mediante formas, colores, líneas y
palabras, lo que se quiere. Verdaderamente, eso era de admirarse. La
semilla estaba sembrada y el deseo por pintar en él, permaneció latente. FoLé es una persona impredecible, siempre dispuesta,
entregada pero lo que se pueda decir de él siempre estará rodeado de
rebeldía, una rebeldía que lo ha llevado con coraje a lograr lo que ha querido.
Hacia los 17 años de edad decidió cambiar de aires, cambiar de vida, y como
un gato partió de casa, independiente, buscándose a sí mismo y la primera
escala fue la ciudad de Guadalajara, Jalisco en el Occidente de México a
finales de1985. El tercer acercamiento: Cuevas,
Orozco, Tamayo y Toledo A
Guadalajara llegó FoLé
con una vieja y pequeña maleta negra en la que llevaba un traje de vestir
negro, una camisa formal, un par de calcetines, ropa interior suficiente y
las plumas de su perico llamado “Pepe”, que había muerto días antes de
neumonía por una intensa lluvia y granizo que lo sorprendió. Doscientos
pesos, en su cartera, una fotografía de su madre cuando era pequeña y con la
que hasta la fecha viaja. Era todo lo que llevaba consigo. Y muchas
ilusiones. Llegó a una casa de huéspedes que sería el inicio de su estancia
por Jalisco. En
Guadalajara, se encontró con una ciudad no muy grande en ese entonces, lo que
siempre le permitió recorrer muy prácticamente museos, galerías y librerías.
Y efectivamente, eso hizo, a través de los libros se hizo gran amigo de José
Luis Cuevas, de Tamayo y Toledo, y de Orozco, a través de sus murales en el
Hospicio Cabañas. Pese a la familiaridad con la pintura y como una de sus
metas profesionales, decide en 1987 ingresar a la Universidad Autónoma de
Guadalajara para cursar la carrera de Periodismo (1987-89) sin embargo
después de ejercerla hasta 1996, la abandonó por la pintura. En ese entonces
decidió ingresar a La
obra de FoLé ahora se encuentra entre importantes
colecciones en diversos países de los Estados Unidos, Asia, Europa y
Latinoamérica. En
1998 FoLé inicia una nueva etapa en su vida y es
invitado por Claudio Jiménez y FoLé: “El
Ángel” Entre
1995-96, FoLé conoció un verdadero ángel, llamado
Claudio Jiménez Vizcarra quien actualmente tiene un importante museo
virtual que lleva su nombre. En él se encuentran alojadas imágenes de obras
de múltiples artistas entre ellas las de FoLé. Claudio
Jiménez y su esposa Inés Palomar, grandes e
importantes coleccionistas de la ciudad de Guadalajara cruzaron por el camino
de FoLé mientras la esposa de Jiménez-Vizcarra, participaba en un concurso de ilustración de
tarjetas navideñas organizado por Museo del Periodismo y las Artes Gráficas
de Guadalajara. Claudio Jiménez-Vizcarra tuvo el
buen ojo para fijarse en la obra del entonces joven artista. Al conocerse
durante la inauguración de la exhibición del propio concurso, Claudio le
solicitó a FoLé una cita para conocer su estudio,
el cual se encontraba en la calle de Belén 168, colonia Centro en
Guadalajara, a media cuadra de la Escuela de Artes Plásticas de la
Universidad de Guadalajara y a media cuadra del famoso Teatro Degollado.
Claudio Jiménez haría un viaje en ese entonces y fijó su cita con FoLé un 8 de diciembre a las 4 de la tarde. Un
mes después de conocerse, Claudio visitó puntualmente dicho estudio. Llegó en
compañía de Inés su esposa y sus tres hijos Inés, Claudio y Ana. FoLé sólo contaba con unas 15 obras de diversos formatos,
las cuales fueron adquiridas en su totalidad por Claudio y su familia. Ese
mismo día Claudio cuestionó a FoLé respecto a sus intenciones dentro de la pintura. FoLé le confesó que pintaba desde 1989, pero que su mayor
deseo era dedicarse de tiempo completo a la pintura y dejar el trabajo en el
periódico Ocho Columnas de esa ciudad, en el cual se desempeñó exitosamente
en diversas áreas, no obstante la pintura era el camino a seguir. Claudio le
dijo a FoLé que se en realidad deseaba ser pintor
con toda su alma, lo buscara en su oficina una semana después. Y así fue,
siete días después, FoLé estaba a las puertas de la
oficina de Jiménez-Vizcarra. Claudio
le propuso ser su mecenas y así comprarle toda la obra que produjera por los
siguientes tres meses, pero para esto FoLé debía
tomar la difícil decisión de renunciar por completo a comodidades, convecionalismos y al propio periódico en el que
laboraba. Decisión que prácticamente no tuvo que pensar y no había tiempo
para pensar pues de aceptar la propuesta de Claudio, FoLé
iniciaría su gran sueño. Y así ocurrió. FoLé presentó su renuncia al licenciado Gonzalo Leaño Reyes, propietario del diario, quien no aceptó la
renuncia de FoLé y le propuso un pacto: tres meses
de permiso sin goce de sueldo de modo que no perdiera FoLé
su antigüedad en el diario. FoLé aceptó pues no
había nada que perder y agradeció la comprensión y confianza del licenciado Leaño. Trasncurridos los tres
meses del permiso, FoLé no hizo más que ratificar
su vocación y convicción, por lo que renuncio a su empleo en definitiva. FoLé sin embargo, agradeció al licenciado Leaño Reyes su apoyo, y ese mismo día fue a surtirse de
pinceles, pintura y lienzos pues al fin gracias a este buen “ángel-Jiménez-Vizcarra” FoLé empezaría a
pintar de tiempo completo y con gran éxito sus sueños. Después
de estos tres meses de mecenazgo, vinieron otros tres y luego doce meses más
en el que un grupo de coleccionistas que conocieron la obra de FoLé mediante Claudio Jiménez patrocinaron este periodo
de producción del artista, mismo que sirvió de impulso para este creador
plástico. Claudio Jiménez, para FoLé, después de
todo lo que ocurrió, era más que un “ángel”, quien le dio importantes consejos
y apoyo, como el de acercarse al gran maestro Ramiro Torreblanca con el que FoLé hizo una corta pero muy sustanciosa amistad y gozó
de ser uno de sus discípulos más cercanos antes de su fallecimiento a finales
de los años noventas. Claudio
Jiménez, como mecenas de FoLé, le obsequió grandes
enseñanzas y aliento para el artista, con la clara advertencia de que hasta
ese día, el vuelo del pintor había sido compartido pero, a partir de
entonces, como artista plástico tendría que volar sólo. Según Claudio Jiménez
era el momento adecuado, y acertó. FoLé se fue abriendo paso y pronto logró un lugar en las
Artes Plásticas de su Estado y de ahí saltó al extranjero,
internacionalizando su obra mediante exposiciones individuales y colectivas,
premios e invitaciones de instituciones culturales y educativas en los
Estados Unidos de Norteamérica. |