Delicatessen
El tiempo a través
de la piel
Jueves
12 de Diciembre de 2002
Hombres y mujeres muestran la piel, se
desnudan y aún así se ven cotidianos, sin morbo, sin erotismo.
Delicatessen es un proyecto que Carmen
Bordes presenta esta noche -a las 20:00 horas en la Librería del Fondo de
Cultura Económica- a manera de calendario, una alegoría del tiempo a través
de la piel
El impreso puede impactar a primera
vista. Son dos hombres y dos mujeres desnudos. La mitad cuenta con un cuerpo joven,
mientras que la otra mitad tiene los pliegues que otorgan los años. Se trata
de retratos, de torsos sin la estética comercial, con un estándar de belleza
espiritual que incluso es acompañado de poesía.
"Surge de una idea, un proyecto que tengo hace tiempo. Tenía ganas de
hacer algo con desnudos y quería manejar la idea del tiempo. Es un reloj en
la piel", explica Carmen Bordes, quien es más conocida en su faceta de
grabadora. "También nació a partir de mis 50 años", se confiesa. "Es
un momento en que replanteo el tiempo, la edad y como siempre, hay un desfase
porque te sientes más joven de la edad que tienes. Es una especie de
reflexión de hacia dónde voy, de dónde vengo".
El tiempo se observa en lo obvio de los días, de los meses, del calendario
2003. También se mira en cada cuerpo que va transformándose y que no deja de
ser bello para los ojos alejados del morbo y la estética vacía.
"Hay una dignidad en las arrugas, en el paso del tiempo y mucha gente me
dice: ‘¡Qué increíble! ¡Está horrible! ¡Qué deterioro... pobre!’ Y a mí me da
pena que digan ‘pobre’ porque el hombre y la mujer que están en la portada
tienen 98 años y están en óptimas condiciones físicas, emocionales, son
autosuficientes y eso es precioso".
Incluso Carmen Bordes observa el calendario como una especie de material
didáctico. Considera terrible que los estereotipos de la belleza del cuerpo
se inserten en dos o tres esquemas y punto. "Porque si eres más llenita
o gordita quedas fuera. La aceptación del cuerpo por sí mismo es lo valioso.
La idea era demostrar el cuerpo, modelos cotidianos y no de la
televisión".
El observador puede encontrarse, incluso, desnudos que en algunos casos salen
del anonimato. Al final del calendario hay un mosaico con retratos de modelos
y colaboradores. "Ha sido gratificante porque tuve la oportunidad de
conocer gente maravillosa. Conocí gente que apenas había saludado. Además,
visualmente fue una experiencia bonita y agradezco a todos los modelos y
poetas que participaron, por creer en mí, además de Judith Domínguez por
asesorarme".
La respuesta a la convocatoria
El proceso de trabajo, explica, fue hasta divertido. "Algunos modelos
decían que sí y otros que no. Alana Gómez me ayudó a ordenar por edades.
Entre los de 20 años, los hombres decían que no; en cambio, las chavas decían
que sí rapidísimo. De los 30 a los 47, todo el mundo dijo que sí. Todos
querían fotos desnudos y vinieron muchísimos. Cuando llegué a los 48 fue
terrible. Ninguna mujer quiso. Decían que no y todos los hombres decían que
sí".
Bordes acepta que la experiencia pudo ser fuerte para algunos, incluso para
ella, que también participa. "Sin embargo, a la hora de ver el desnudo
con todos los pliegues, me parece precioso. No encontré un solo modelo
feo".
Entre los textos se encuentran versos de Ernesto Flores, Alí Chumacero,
Hernán Bravo Varela, Karla Sandomingo y León Plascencia Ñol, entre muchos
otros. "Tomás Segovia, que está en España, no pudo escribir algo para el
calendario, pero de cualquier manera dijo que sí participaba. La mayoría de los
textos son ex profeso, y eso le da un valor tan fuerte como el cuerpo, porque
es la materia y es el espíritu".
El tiempo pasa. No se detiene y deja marcas en cada quién. La vergüenza sobra
y la dignidad se recupera en Delicatessen. Un trabajo que espera ser
adquirido por gente capaz de valorar la belleza en las cosas simples, en lo
cotidiano y en el hombre o la mujer que al pasar de los años sigue ahí, a un
lado.
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