CANDELARIO MEDRANO
 

1918 -1986

 

Candelario Medrano.  Originario de Santa Cruz de las Huertas, Tonalá, Jalisco.

 

Artesano surrealista, Singular artista popular, formado técnicamente al amparo de las diversas técnicas que de generación en generación se transmiten entre familias de artesanos

 

Nació el 2 de Febrero de 1918, a los 17 años abandona su oficio de elaborador de tubos de barro para drenaje, para crear esculturas realizadas con el mismo material pero profusamente coloreadas. En 1960 su obra comienza a ser cabalmente valorada, llegando a adquirir verdadera importancia y reconocimiento no sólo en México sino universalmente, aunque él nunca comprendió que la catalogaran como obra surrealista en las Universidades de Harvard o Berkeley. E.U.A.

 

De creatividad e imaginación sorprendente, creador de: Arcas de Noé con todo y mariacheros, kioscos de tastoanes flotantes, volantines que casi vuelan y circos con la mujer más gorda; iglesias y catedrales de altas torres repletas de palomas, camioncitos de pasajeros con gallinas y todo; aviones con angelitos panzones, trenes descarrilados, plazas de toros sin sol ni sombra. Candelario: el genio popular surrealista, era capaz de todo esto y más.

 

 

Premios

Varios reconocimientos a nivel nacional recibió " Don Cande " . En 1983, el Instituto de las Artesanías y el FONART le otorgaron el Premio Estatal de la Cerámica. En 1986 en el certamen Nacional de la Cerámica de Tlaquepaque, Jal. recibió el Premio Pantaleón Panduro, más tarde el Gobierno del Estado de Jalisco le otorgó el Galardón Estatal. Importantes Museos de México, Estados Unidos y Europa le tienen en sus colecciones. Hoy en día su obra tiene muy altas cotizaciones.

 

Hombre cabal, alegre y dicharachero, gustaba de las fiestas en su casa y en el pueblo, desempeñaba el puesto de "moreno" en la festividad de los Tastoanes donde danzaba y tomaba En su plática siempre ingeniosa se derramaban los cuentos y mitos de todos los lugares y tiempos, su obra es: la pequeña rendija por donde uno puede asomarse a los viejos sueños de aquel niño que escondido y olvidado llevamos dentro. Candelario murió como vivió: amolado y pobre pero siempre contento.