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El circo de
Colunga
Una multitud
acompañó al artista en sus dos inauguraciones de anoche, en el Museo de las
Artes y el Instituto Cabañas. Un grupo de personajes se caracterizó como los personajes que habitan
los cuadros y deambularon entre los espectadores, que ingresaron a la sala
por la boca de un gran gato. Foto: Giorgio Viera PÚBLICO 5-Septiembre-08 El camino lo marcaron tres
tortugas que, con cohetes en la panza, cabeza de humano y tentáculos, iban al
Museo de las Artes de la UdeG. La entrada la vigilaron
dos momias enjauladas y paradas sobre su única pierna. Las salas las llenaron
amigos, conocidos y desconocidos. El museo lo vistió un exiliado que ayer
regresó a la ciudad para rendir cuentas de 40 años de creación: de manera
paralela, el recinto universitario y el Instituto Cultural Cabañas
inauguraron, ayer, la exposición Maravillas y pesadillas de Alejandro
Colunga. 1968-2008, muestra que representa el regreso del creador tapatío
luego de un exilio que, aunque con un paréntesis hace cuatro años, sumaba ya
casi tres decenios. La
bienvenida a Colunga fue multitudinaria. El patio del museo resultó
insuficiente para albergar a los espectadores, a quienes no les importó
pararse sobre la tumba de “Don Próculo Medallas.
Prócer de Ratolandia”. Todos querían ser testigos
del acto protocolario, durante el que Suny Ramírez,
directora del recinto, describió a Colunga como un creador que “desde su
aparición se mostró como un artista sin límites”. La funcionaria recordó el
doble festejo: para homenajear a “al eterno niño Alejandro Colunga” y
celebrar los trece años del Museo de las Artes. Por su parte, el rector
sustituto de la UdeG, Marco Antonio Cortés
Guardado, se confesó admirador de Colunga, dijo que siempre ha soñado “con
poder adquirir un cuadro suyo” y calificó el homenaje como “más que
merecido”. Al tomar
la palabra, Alejandro Colunga dijo que no era broma el comentario de Suny Ramírez. “Soy un niño travieso, metido en un cuerpo
de viejo joven o joven viejo”. Dijo que la exposición era el fruto del trabajo
de unos “valientes guerreros” y destacó, como siempre, la ayuda de sus
colaboradores. Agradeció a las amistades que viajaron de lugares como Brasil,
Argentina y Cuba para la exposición y señaló: “Tengo una gratitud profunda
para todos los que están aquí. Sin ustedes todo esto es basura. Sin los
presentes, los ausentes y los caídos, esto es basura”. Entonces fue tiempo de
recorrer las salas. *** María de
Nazareth Soarez de Souza:
“Conozco a Alejandro Colunga desde hace más de 30 años. Me parece una exposición
impactante, maravillosa. Viajé desde Brasil exclusivamente para ver esta
muestra. Lo conocí gracias a mi esposo. Él murió, pero la amistad continuó
conmigo y con mis hijos. Voy a regresar en estos días para ver la exposición
con calma”. Míriam
Ávila. “Me gusta mucho la exposición. Me remonta como a un lugar de sueños,
me pone alegre. Es la primera vez que veo su obra. Me impactó mucho la
capilla y las cabezas que están en el vestíbulo del museo. Vine porque me
invitó una maestra que trabajó con él en su taller”. Neysa
Murillo. “Me parece impactante por la creatividad. No me imaginaba que
tuviera obra tan diversa. Los zapatos me fascinaron. Creo que es un justo y
merecido reconocimiento”. Julieta Santoscoy. “Está muy padre lo que expresa en su arte.
[Con ocho años de edad] soy su amiga, en mi celular tengo una foto con él. Me
gustó mucho el zapato con los ratoncitos”. Felipe Covarrubias. “Fantástica. La creatividad de Alejandro
Colunga es inacabable. ¿Qué lo para? Nada. Me parece que las piezas están muy
bien seleccionadas, los textos que acompañan la exposición también”. *** No todo
fue perfecto. Afuera del Museo de las Artes, un grupo mostró una manta donde
se leía: “Dippa y UdeG
roban proyecto y niegan acceso documental y el Alex y su Alejandro Colunga.
Ladrones”. La protesta la encabezaba Antoniu
Valentín, cineasta que desde hace cuatro años trabaja en un documental sobre
Alejandro Colunga. “Nos negaron el acceso al museo. Suny
Ramírez dijo que dentro había exclusividad para la Dipa.
Estamos trabajando con apoyo de Brasil y de Rumania y es absurdo que nos
nieguen el acceso a un espacio público”, dijo. La
protesta no hizo que decayeran los ánimos. Como en caravana, todos marcharon a
la otra inauguración: la del Cabañas. Ahí la gente siguió admirando los
cuadros. Posó con las botargas que, recreando las imágenes de cuadros y
esculturas, deambulaban por los pasillos. Los saludos y apapachos se reptieron. Porque fue una noche para dejarse sorprender
con las Maravillas y pesadillas de Alejandro Colunga. Y, también, darle la
bienvenida. Guadalajara
• Édgar Velasco |
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