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“Sánchez
Flores es acucioso admirador de las formas múltiples que adoptan las nubes cuando
las corrientes metereológicas las impulsan a través del quebrado paisaje de
la Sierra; goza con las transformaciones morfológicas que en veces parecen un
monstruo, una flor o un figura humana; las memoriza envueltas en los matices
coloridos que la luz les proporciona y al fin, las incorpora a la composición
pictórica de sus cuadros. El efecto
que logra es bello y sorprendente; digamos que lo siente como un hallazgo
hasta que alguno de sus pacientes, mirando ocasionalmente hacia la pintura,
la identifica con el nombre adecuado que le ha dado el consenso popular: ¡que
bien retrató la rosa nube, doctorcito! Y tiene ya para su cuadro, el nombre con que la gente de Pihuamo ha
bautizado el fenómeno metereológico harto frecuente por aquellas latitudes”.
Luis Manuel Portilla
“Ya
no podemos distinguir –no sólo por la denominación del cuadro- las esencias
de lo nacional. En sus montañas
advertimos la fuerza de nuestros elementos sujetos a la rica gama de las
verdades que este pintor –en un alarde de inspiración y de oficio- ha sabido aprovechar. ¡De qué manera logra,
con el empleo del claroscuro, comunicarnos la vida que late oculta en sus
paisajes!”
Adalberto Navarro Sánchez |