Escasa, la difusión de la obra de Manuel González Serrano

 

 La crítica de arte Raquel Tibol lo comparó con Van Gogh

Merry Mac Masters n Durante medio siglo el investigador y coleccionista mexicano Ricardo Pérez Escamilla ha estado atento a la obra del poco difundido, así como atormentado, pintor jalisciense Manuel González Serrano (1917-1960), artista al que ayer la crítica de arte Raquel Tibol comparó con Vicent van Gogh en el sentido de que tampoco interrumpió su quehacer artístico en las etapas de internamiento en hospitales psiquiátricos que, incluso, llegaron a ser ''más prolongadas" en la corta vida del oriundo de Lagos de Moreno.

Ante la ausencia de obra de González Serrano en las ''colecciones oficiales" (del Instituto Nacional de Bellas Artes), al término de la conferencia de prensa convocada en el Museo del Palacio de Bellas Artes (MPBA) para anunciar la exposición El hechicero. Manuel González Serrano, Pérez Escamilla dijo que una vez que ésta culmine piensa dejar en el Museo Nacional de Arte ''algunas" de sus obras para que estén ''permanentemente exhibidas". Entre las que mencionó destacan Retrato de Andrea Hancock, ca. 1944-45, el autorretrato El hechicero, de 1947, y El parto (Ventana con sandía) ca. 1947-48.

Durante muchos años, Pérez Escamilla se impuso la tarea de ''reconocer y tratar de comprender" la obra del jalisciense. Así que ubicó a la muestra de 120 obras, que debutó en noviembre pasado en el Instituto Cultural Cabañas, de Guadalajara, y de la cual es curador, dentro de un proceso para ''quitarme pendientes y dejar saldadas deudas".

Dicho proceso, ya que las ambiciones son muchas ­''quisiera ver a González Serrano como se ven a los grandes pintores con 30 diferentes críticos y biógrafos comentando"­ incluyen, a largo plazo, un texto para obra de teatro y un video. Además, como resultado de su investigación de 50 años, Pérez Escamilla logró conjuntar en 75 por ciento un catálogo razonado del creador.

De la autoría de González Serrano, el investigador localizó 600 obras ejecutadas; él mismo es dueño de 80 piezas. Tiene especial interés en localizar El sofá a la orilla de la playa, cuadro del cual tiene una fotografía, pero el coleccionista murió y los familiares ignoran su ubicación.

 

Estética basada en el dolor

 

En el área de murales del MPBA, el coleccionista explicó que su relación con González Serrano siempre fue mediante su obra. Al pintor lo vio ''una sola vez por cerca de media hora, pero no pude platicar con él". La primera obra que le llamó la atención fue Bodegón con jícama y alfajor. ''Yo pasaba por una pequeña galería de arte moderno en la Plaza Santos Degollado y vi un prodigioso bodegón. Era un adolescente y por circunstancias tenía ya algún dinerito en la bolsa e inmediatamente fui a comprarlo. Como el que yo pretendía adquirir tenía otros clientes, los galeristas me mostraron otros seis. Así fue como compré el autorretrato que pintó en 1947 y al que denomino El hechicero".

Desde aquel momento, aseguró Pérez Escamilla, ''todo ha sido sorprendente con la obra del pintor. He vivido muchos años con sus cuadros en los muros de mi casa y constantemente me sorprenden. Es alguien que no en balde llamo el hechicero, porque tiene mucho misterio en sus conceptos, en sus técnicas. Hay cuadros que por mucho que los analiza uno, nunca alcanza a comprender cómo una mano humana, con tanta precisión, lograra hacer una obra tan perfeccionista. A González Serrano lo asociamos al término locura, pero en función de esta exposición, cuando hablo de locura planteo un matiz porque su obra es resultado de su gran talento. Era un hombre que no tenía nada en qué distraer toda su sensibilidad y sus pasiones más que en la pintura. Jamás se condicionó a nada. Tuvo la libertad que da la locura. Esa libertad sí la conoció, esa locura sí la participó".

El interlocutor habló de cómo las tierras quemadas, calcinadas y despiadadamente erosionadas de los alrededores de Lagos de Moreno tienen una gran similitud con el paisaje interior del artista. También dijo que el artista fue marcado profundamente por la Cristiada. En 1932 se trasladó a la ciudad de México con su familia ''tradicionalista, muy convencional, con una buena posición económica, administradores de bienes del clero, una familia de fanáticos". Reveló que desde pequeño el expositor tuvo ''trastornos de personalidad muy fuertes, no pudo estudiar sino hasta el sexto de primaria". A falta de estudios formales, acudió a la biblioteca familiar.

Pérez Escamilla mencionó, entre los elementos fundamentales en la formación pictórica de González Serrano, el preciosismo y el sentido de perversidad de la obra de Caravaggio; la pintura metafísica de De Chirico; también tuvo una gran fijación en la obra de Salvador Dalí. De los pintores mexicanos estuvo cerca de Manuel Rodríguez Lozano, Juan O'Gorman y Frida Kahlo, aunque a la pintora nunca la trató. Relató que el artista vivió con mucha frecuencia el sacrificio, el dolor y la tortura de los sistemas médicos de las clínicas psiquiátricas de su época, sin embargo ''nunca desmayó". Al final de su vida se identificó mucho con Cristo. Si sus Cristos no son precisamente autorretratos, en todos ellos ''lo encontramos en una referencia autobiográfica". Lo suyo fue una estética fundamentada especialmente en el dolor.

A su vez, Tibol estableció varios asuntos generales frente a una exposición de esta ''importancia". Antes que nada la edad de este personaje ''trágico" que, a pesar de sólo haber vivido 43 años, dejó una producción ''sorprendente". Pero si a esto sumamos que era un hombre que pasaba largas temporadas en hospitales psiquiátricos debido a un mal que se le reveló tempranamente, podemos concluir que a pesar de ser una persona con alteraciones psíquicas ''fue un pintor de tiempo completo". Agregó que esto es algo que debe de tomarse en cuenta, porque muchas veces estos internamientos llevan al corte de la producción.

 

Obra dispersa

 

En otro orden, Tibol dijo que al observar detenidamente la obra de González Serrano, si bien en muchos momentos llega a un alto tono de tragedia, éste no está ligado a una irregularidad de su conducta o de su mente, sino que se trata de una persona vinculada a la concepción de una sobre realidad o de lo que es la corriente anterior al surrealismo, el simbolismo. De modo que hay que echar una mirada con un equipamiento mental para enfrentarse a un pintor simbolista y de un surrealismo que no es imitativo del europeo.

Respecto de la selección de obra hecha para la presente exposición y que proviene de varias colecciones, Tibol dio a conocer que de las 80 obras que el curador posee, sólo exhibe 33; de la familia Escobar Manrique, dueña de un centenar de obras, se muestran 18; y de la familia Zínser Aguilar, que posee 60 obras, no llegan a diez las expuestas. También se incluyen piezas del Museo Magdalena Mondragón, que se encuentra en un colegio de bachillares de la Universidad Autónoma de Coahuila, y que lleva el nombre de la primera de las dos esposas que tuvo. Sobre la ''dispersión" de la obra de este artista, la periodista indicó que en recientes subastas de arte han salido algunas de sus obras importantes.

Pérez Escamilla añadió que en general las piezas del creador están en México en lugar de quedarse en el extranjero. Y Tibol hizo votos para que se conforme un patronato para adquirir obras de gran calidad destinadas a colecciones oficiales.