Acaba el cáncer con su rebeldía

       

Hace poco más de 30 años, Kraeppellin (quien era el mayor de seis hermanos) se dio a conocer como artista.

Foto: Archivo

           

La presencia del artista era inconfundible en la Ciudad, consideraron colegas y amigos

 

Alejandro Alvarado

 

MURAL.-Guadalajara,  México (14 febrero 2009).- Juan Kraeppellin, uno de los artistas reconocidos por su aspecto estrafalario y la calidad de su trazo sobre el lienzo, falleció ayer, mismo día que cumplió 61 años de edad, a causa de cáncer de páncreas.

 

Desde hace 15 años, Kraeppellin --quien nació en el barrio de la Capilla de Jesús en 1948-- tuvo problemas de salud que lo llevaron al borde de la muerte. Hace un mes el cáncer lo condujo a su última etapa, falleciendo después de las 18:00 horas.

 

La presencia del artista era inconfundible en la Ciudad, consideraron colegas y amigos. Cabello teñido de colores, uñas y labios pintados, y actitud rebelde, eran parte de su forma de ser lo que lo convirtió en un personaje auténtico que logró reflejarse en su obra plástica.

 

           

           

"Murió un ícono de Guadalajara, un modelo de vida, alguien que vivió a sus anchas, con una fuerza espiritual y plástica increíble, alguien que influyó en muchos artistas", dijo José Ramón Vázquez, director de la Galería Ajolote, espacio donde expuso Kraeppellin.

 

En su autobiografía, Kraeppellin se señaló como un dadá, un surrealista que trabajaba sobre el lienzo arduamente como albañil, empezando desde que se levantaba de la cama, a las 9 horas y terminando a las 3 de la mañana del día siguiente.

 

Así fue hasta que se lo permitió su salud. Vázquez recuerda que en el último mes, Kraeppellin no se podía poner en pie y aún así, en cuclillas, seguía pintando.

 

"Su trabajo fue súper expresionista, sicodélico y espiritual. Iba más allá del lugar común y el convencionalismo, era una explosión de imágenes y símbolos", agregó.

 

Para Francisco Barreda, director de Artes Visuales de la Secretaría de Cultura, antes de ser un artista reconocido, Kraeppellin ya era un personaje que destacaba en la Ciudad por su aspecto exuberante.

 

"Fue sorprendente cuando vimos que además de ser un personaje estrafalario, también era un artista, un renegado de la sociedad. Antes eran poetas malditos, él fue un pintor maldito" dijo Barreda.

 

Agregó que hace 10 años, cuando el artista realizó un taller con creadores locales, su persona influyó tanto que generó en Guadalajara una "kraeppellinmanía".

 

Hace poco más de 30 años, Kraeppellin (quien era el mayor de seis hermanos) se dio a conocer como artista. Primero se dedicó mayormente a la escultura y después a la pintura. El coleccionista José Aguilar Valencia, fue quien lo descubrió y apoyó para su desarrollo artístico. Actualmente él es quien cuenta con más obras del artista en la Ciudad.

 

"Mi pintura guarda un secreto que te plantea: ¿dónde estabas antes de nacer? (cuando apenas empieza la obra) y ¿a dónde quieres ir después de morir? (poco antes de finalizar la obra)", escribió en su autobiografía Kraeppellin.

 

Su primera exposición fue en 1977, en las paredes del Ex Convento del Carmen; su última fue en el 2007, en el Museo de las Artes de la UdeG donde presentó 30 años de creación.

 

En ese entonces, el artista fue claro, no se presentaba toda su obra, pues sus creaciones remontan a sus primeros años de vida.

 

"Mi mamá cuenta que hice un action painting cuando al nacer el hermano que me sigue coloqué pedacitos de caca en cada uno de los barrotes de mi cuna, desde entonces hasta nuestros días", apuntó en su autobiografía.

 

Waldo Saavedra, señaló que la obra del difunto es original, coherente a su persona. Independientemente de que guste o no al público, es una obra auténtica.

 

Laura Ávila, hermana menor de Kraeppellin, recordó que la actitud y personalidad del artista se hizo notar desde chico, siempre rompió con el esquema familiar.

 

"Siempre fue una persona artista, siempre fue artista, fue diferente, siempre se dio a notar de todo. Tiene cosas muy hermosas que ha escrito, las tenemos, son poesías, cuentos, frases, cosas muy hermosas que hemos estado encontrando (en su casa)", agregó.

 

Siempre sorprendente

 

Hay decenas de historias que rodean la fama de Juan Kraeppellin, pero la más contada data de 1983, en la inauguración de la Galería Magritte.

 

"Llega la hora de la inauguración y de repente veo que entra el Kraeppellin con su atuendo estrafalario, todo pintado de la cara, todavía con mucho pelo y su ropa confeccionada por él; pero llevaba una carreola y veo que la gente se apartaba y dice 'ayyy'", cuenta Barreda.

 

"La carreola vieja y con unos foquitos de navidad, yo creo consiguió unas baterías, y se vía que prendían y apagaban. Adentro de la carreola había una chambrita, pero sobresaliendo... cuando pensabas que era un niño se trataba de una cabeza de puerco, la había maquillado, con pestañas y todo".

 

Barreda apuntó que ha sido el mejor performance de aquellos tiempos.

 

Así lo dijo

 

"Murió un ícono de Guadalajara, un modelo de vida, alguien que vivió a sus anchas, con una fuerza espiritual y plástica increíble, alguien que influyó en muchos artistas".

José Ramón Vázquez

Director de Galería Ajolote

 

"Siempre fue una persona artista, siempre fue artista, fue diferente, siempre se dio a notar de todo. Tiene cosas muy hermosas que ha escrito, las tenemos, son poesías, cuentos, frases, cosas muy hermosas que hemos estado encontrando (en su casa)".

Laura Ávila

Hermana de Kraeppellin

 

Y el Kraeppellin abordó la nave de los locos

Polémico, retador e irreverente, el artista plástico fue uno de los personajes más singulares de la ciudad. Hace año y medio el Museo de las Artes le realizó un homenaje por sus 60 años, ayer falleció víctima del cáncer.

 

Foto: Iván García

PÚBLICO,-Guadalajara.- Viernes 7 de septiembre de 2007. El Museo de las Artes de la UdeG acogió un proyecto que no tenía antecedentes: todas sus salas se abrieron para mostrar la obra de un solo artista. El elegido fue Juan José Ávila, mejor conocido como Kraeppellin, que con esa exposición celebraba, al mismo tiempo, 60 años de edad y 30 de trayectoria. El título de la muestra retrospectiva fue peculiar: Caminando por el muelle del existencialismo, descubrí un yate muy simpático y misterioso que voceaba la frase: suban a la nave de los locos, que va a empezar el viaje. Un año y medio después, el artista tapatío escuchó el llamado y lo atendió: ayer falleció Kraeppellin, víctima de un cáncer que lo aquejaba desde hace mucho tiempo. Se subió a la nave de los locos. Y su viaje comenzó.

En vida, Kraeppellin (Guadalajara, 1948-2009) se distinguió por su estilo irreverente y provocador, tanto en su obra como en el personaje que de sí mismo creó. “Me parece que fue un artista muy congruente con su obra. Todo el tiempo, hasta su última exposición en el Museo de las Artes, fue congruente, sensato y leal con su obra. Eso pocos lo pueden decir. Fue auténtico en todos los sentidos”, señaló ayer el curador y crítico de arte Carlos Beltrán. Sobre la muerte del pintor, dijo que “hay una deuda con él, porque en momentos incluso fue despreciado. Siento y lamento totalmente su muerte”.

Una de las manos detrás de la exposición fue la de Alicia Lozano. La curadora del Cabañas y amiga del artista afirmó que la muerte de Kraeppellin es “una pérdida muy fuerte. Estuve con él en el hospital el sábado, nunca pensé que fuera a morir tan rápido. Juan siempre fue muy importante. Me empeñé en la exposición por pagar una deuda que tenía no con él, sino con Javier [Campos Cabello]. Se va un gran personaje de la ciudad, que pierde una parte de su ser, de su paisaje”.

Para Paco Barreda, director de Artes Visuales de la Secretaría de Cultura, uno de los objetivos de Kraeppellin y su obra fue siempre “escandalizar a la gente, porque su trabajo tenía una carga sexual muy fuerte. Su misión era decir: ‘fuera los tabúes’. Esa personalidad, ese atrevimiento para crear arte le ganó un lugar”.

El artista Rubén Méndez, que conocía al artista tapatío “desde hace 20 años”, coincidió en señalar que “es una pena su ausencia”. No obstante, se dijo confiado en una cosa: “Creo en su relevancia futura”. Y es que, aunque ayer Kraeppellin subió a la nave de los locos, aquí se quedó su obra.

Dolores Garnica, Karla Bañuelos Sáenz y Édgar Velasco

 

 

Despiden a Kraeppellin

 

Durante la ceremonia se rompió el silencio con una porra para el artista.

Foto: Roberto Antillón

En su caja, el artista fue llevado al lugar poco antes de las 15:00 horas

 

Alejandro Alvarado

 

MURAL.- Guadalajara,  México (15 febrero 2009).- La despedida de Juan Kraeppellin (1948-2009) no tuvo falsas sonrisas. En la misa de cuerpo presente el carácter rebelde del artista tapatío fue evocado cuando un miembro de la familia rompió con la tranquilidad de la capilla pidiendo a los presentes que se le despidiera con una porra.

 

Amigos, colegas y familiares que se dieron cita en la iglesia del Seminario de los Xaverianos, con lamento y melancolía, gritaron "¡Kraeppellin, Kraeppellin!" y un fuerte telón de aplausos embargó el espacio coronado con la imagen de Cristo.

 

En su caja, el artista fue llevado al lugar poco antes de las 15:00 horas. Hermanos de Kraeppellin, o por su nombre de pila Juan José Avila, no tardaron en cargarlo y llevarlo hasta el altar, espacio impregnado con el olor a incienso y breves rayos de luz que se colaban entre los vitrales.

 

Carlos Ávila, uno de sus hermanos, tomó la palabra antes de iniciar la misa.

 

"Persona polémica que nos enseñó mucho, decidió vivir una vida a como se le diera la gana, también decidió cómo y cuándo despedirse, (murió) el día que cumplió 61 años, (el viernes pasado)", dijo su hermano, recordando al artista como alguien que vivió en contra de muchas cosas establecidas.

 

"Pepe (como le llamaban sus cinco hermanos), Kraeppellin, un personaje celebre, urbano, controvertido, un personaje de gran carisma. Muchas personas nos han manifestado algo que nosotros entendemos y es el hecho de que nuestra sociedad pierde un personaje único, a un amigo, un artista y un hombre auténtico".

 

A la ceremonia no faltaron amigos de Kraeppellin. El pintor Rodolfo Pérez, mejor conocido como "Lobho", fue una de los primeras personas que llegó a la capilla, pero también de los últimos en dejarla. No sólo se despidió de su amigo que conoció hace 10 años, sino que agradeció el apoyó que le entregó alguna vez.

 

"Soy un pintor auto didacta, empecé a indagar y me encontré a Kraeppellin en el Centro, le pedí de favor que me ayudara, yo empezaba a pintar, y sí, me ayudó, me invitó a su casa. Todo lo que él te enseñaba lo hacía con el verdadero interés de que lo aprendieras", relató "Lobho", quien se consideró parte de la 'kraeppellinmanía' que hubo entre los creadores locales hace años.

 

En el altar, delante de un sirio de luz pequeña, se montó un cuadro con la fotografía de Kraeppellin. Joven, de barba larga, sombrero y camisa negra, se veía feliz, con una mirada concentrada y fija. Al frente de la imagen, su cuerpo recostado era acompañado por familiares.

 

Como la mayoría de estas ceremonias, la tristeza invadía a los presentes. El padre que ofició la misa, propuso una reflexión de la vida y la muerte, algunos dudaban en responder, otros en que existiera la eternidad.

 

Alicia Ávila, hermana del artista que en sus pinturas plasmaba expresionismo cargado de sicodelia, compartió con los presentes, un poco de los últimos momentos de Kraeppellin, quien mencionó estar "recorriendo los senderos de la liberación".

 

El cuerpo de Kraeppellin será cremado y el lugar del descanso de sus cenizas será decidido por la familia.

 

"La principal carga del hombre es cumplir con el destino que le da la vida", escribió Kraeppellin en su autobiografía.

 

Así lo dijo

 

"Él si algo amaba era a la vida y a las personas, aunque tenía un carácter fuerte amaba a las personas. Trabajar con él fue algo emocionante, era impredecible, su pintura se basa en experimentos, su pintura es bien locota, dejó un espacio bien cab.., va a estar difícil que alguien lo llegue a cubrir".

Rodolfo Pérez, "Lobho"  Pintor

 

 

Luto por la pérdida de un artista irrepetible

El artista plástico tapatío Juan José Ávila, mejor conocido como Kraeppellin, falleció en Guadalajara el viernes por la noche. S. NÚÑEZ

  • Kraeppellin, talento único

De característica personalidad, transgresora e irredenta, Juan José Ávila mejor conocido como Kraeppellin falleció a causa del cáncer de páncreas

EL INFORMADOR.-GUADALAJARA, JALISCO.- La comunidad artística tapatía se ha vestido de luto. Juan José Ávila, mejor conocido como Kraeppellin, falleció el pasado viernes por la noche -el mismo día que llegaba a su cumpleaños número 61- a causa del cáncer de páncreas que padecía desde hace más de 15 años. La repentina noticia del fallecimiento de "El investigador de lo prohibido", como solía definirse a sí mismo, ha conmocionado a admiradores, amigos, galeristas y público por igual. Su característica personalidad, transgresora e irredenta, será recordada por los cientos de personas que conocieron y vieron de cerca las extravagancias de este peculiar artista nacido en Guadalajara en 1948. Queda de consuelo una vasta obra plástica (alrededor de dos mil piezas en poco más de tres décadas de trayectoria artística) que, de la misma forma que aquel que la concibió, lleva una marca única.

"La vida me ha tratado duro como le he pedido. He tenido pruebas terribles de imaginación y eternos infiernos con evacuaciones de días en el baño. He vivido la carrilla morbosa. Soy un comunista que no se conforma. Tengo necesidad de palpar sobre las mantas. No soy repetitivo: mi grafismo es inaudito", rezaba Kraeppellin como un mantra en septiembre de 2007, cuando las salas del Museo de las Artes (Musa) de la Universidad de Guadalajara se llenaron con su obra en una muestra retrospectiva cuyo título solo podía ser concebido por él: Caminando por el muelle del existencialismo, descubrí un yate muy simpático que voceaba la frase: suban a la nave de los locos, que va a empezar el viaje.

"Todo el mundo se va a parar el cuello y van a poner sus apellidos en alto ahora que el Musa me hace una exposición que abarca desde el primer año de mi vida", decía Kraeppellin entonces. Ésta fue la última muestra del artista en la ciudad.

Kraeppellin estaba emparentado con las familias Leaño Aceves y Ávila Trujillo, pero renunció a todo reconocimiento social -igual que lo hizo a la carrera de ingeniería electromecánica a poco más de un año de haberla iniciado-, con tal de dedicarse de lleno a la labor por la que se le conoció hasta el día de su muerte: el arte. Se decía budista, admirador de Colunga, de Garval y también vegano.

Carlos Navarro, crítico y coleccionista de arte realizado por tapatíos, lamenta la pérdida del creador. Ha dicho que, después de crear su personaje, Kraeppellin hizo un performance artístico desde entonces. "Él fue, encarnado en su persona, su objetivo en el arte. Para hacer tamaña decisión, creo, tuvo la determinación más entregada renunciando voluntariamente al estatus social y a muchos afectos familiares. Perdió su extremo aislamiento y seriedad para hacerse extrovertido; perdió la vergüenza, pero no era grosero, altanero ni afrentoso. Una persona así solo pudo encontrar su nicho en la práctica humana que todo lo abraza: el arte, aun a pesar de la sociedad. Kraeppellin rebasaba cualquier parámetro superior de inteligencia. Era el más divergente artista de la ciudad".

Kraeppellin afirmaba que le gustaba la autodestrucción. Durante su carrera recorrió, según decía, "el nihilismo, el realismo, el existencialismo… hasta el ‘valemadrismo’". En la memoria de los que lo conocieron seguirá presente. El genio creativo de este personaje será prueba de un talento único que ni la muerte podrá borrar.

 

 

Muere Kraeppellin víctima del cáncer

 

    * El artista tapatío era un símbolo de irreverencia de la Ciudad

Falleció el mismo día que cumplía los 61 años a causa de un cáncer de páncreas

EL INFORMADOR.-GUADALAJARA, JALISCO.- El artista plástico Juan José Ávila, popularmente conocido como Kraeppellin, falleció ayer a los 61 años de edad, a causa de un cáncer de páncreas.

Famoso por su rebeldía y extravagancia, el pintor se había convertido en todo un icono de Guadalajara, ciudad a la que sorprendía con sus obras surrealistas y sus más descaradas performance.

Su primera exposición se llevó a cabo en el Ex Convento del Carmen en 1977. El año pasado celebró sus 30 años de carrera con una espectacular muestra en el Museo de las Artes de la U de G.

La muerte de Kraeppellin deja un vacío creativo entre los amantes del arte, pero su obra mantendrá siempre vivo su rompedor estilo.

 

     

Recordarán a Kraeppellin  

           

Permanecerán hasta marzo los mensajes

Jonathan Lomelí

MURAL.-Guadalajara,  México (17 febrero 2009).- Sobre su cama, Juan José Ávila, Kraeppellin, solía colocar ritualmente una colcha de terciopelo rojo. Sólo era un fetiche, porque él solía dormir en el piso.

Tras el fallecimiento del artista plástico este viernes, víctima de un cáncer, el Museo de las Artes (MUSA) de la Universidad de Guadalajara le rendirá un pequeño homenaje a partir del jueves a las 11:00 horas.

"Como tenemos mucha información de Juan José Ávila, Kraeppellin, decidimos hacerle un homenaje a uno de los artistas locales más importantes, y a un personaje tan diferente a los que nosotros vemos en la cotidianidad", refirió Suny Ramírez, directora del MUSA, espacio que, en septiembre de 2007, presentó la última y más importante exposición en la vida del pintor, con una retrospectiva sobre sus 30 años de carrera que incluyó más de 200 piezas entre pinturas, dibujos y esculturas.

 

"En el área del foyer, que es la entrada por López Cotilla, vamos a poner un muro de terciopelo rojo, color granate, porque es el color que él tenía sobre su cama", explicó.

Sobre ese muro granate, los amigos y admiradores de su obra, podrán escribir un mensaje de adiós sobre papel, o lo que deseen, para luego fijarlo con un alfiler. Allí permanecerá hasta el 1de marzo que se desmonte.

Se incluirá la proyección de un video documental sobre la vida cotidiana de Kraeppellin, filmado para su retrospectiva, junto a una pintura en gran formato, titulada "Un Homenaje a Galeano", pieza única prestada por un coleccionista privado.

"Esa pintura la vieron una sola vez, el día que se inauguró la gran exposición de Kraeppellin, y esta es la segunda vez que se va a exponer, nadie la conoce", aseguró Ramírez.

"Este detalle de hacerle el gran homenaje, la gran exposición, como que le dio energía para continuar más tiempo porque me decía: me volviste a revivir, me regresaste a creer que todavía hay algo para mí en este mundo".

La retrospectiva dedicada a Kraeppellin en el MUSA, comentó la directora, llegó en un momento muy oportuno, porque ya para ese entonces se sabía de la salud delicada del artista.

"Nosotros ya sabíamos que él estaba malito, que cuando no tenía una enfermedad tenía otra", manifestó Ramírez.

"Tengo mis deducciones de que después de esta exposición tuvo una energía, la euforia le duró un tiempo y eso evitó que muriera tan pronto, pero él ya estaba muy malito, yo creo que ya tenía el cáncer", indicó.

 

Exploran sus últimos días

 

Roberto Morleghem y Germán Laris, ambos artistas plásticos, relatan que los útimos trazos de Kraeppellin estuvieron cargados de abstracto.

Foto: Emilio de la Cruz

Kraeppellin falleció el día de su cumpleaños, el pasado 13 de febrero a la edad de 61 años

Alejandro Alvarado

MURAL.-Guadalajara,  México (21 febrero 2009).- La constante exploración que Juan Kraeppellin realizaba en su campo de trabajo, el lienzo, se reflejó hasta en sus últimas pinturas, recuerdan dos de sus amigos más cercanos que estuvieron presentes en los últimos días de vida del artista (1948-2009).

Roberto Morleghem y Germán Laris, ambos artistas plásticos, relatan que los últimos trazos de Kraeppellin estuvieron cargados de abstracto, de experimentos sobre papel sintético acalorado por óleos vivos y sujetos al movimiento arrítmico de la espátula.

"(Sus últimos meses fueron) de mucha actividad, con un ritmo de 8 de la mañana a 3 de la mañana, él dormía muy poco.

Una vitalidad por autodescubrir más su estilo, él estaba trabajando mucho con la espátula y el óleo. Llegué a contar alrededor de esta faceta que se le dio muy fuerte en todo el 2008, alrededor de 200 piezas", cuenta Morleghem, dueño de tres de las últimas obras del pintor estrafalario.

"Era un ritmo... sus espátulas creaban sonidos dentro del taller y ese olor fuerte de óleo, piezas muy descontroladas pero con grandes manifestaciones del arte abstracto", agregó el pintor, quien conoció a Kraeppellin hace 12 años en Plaza del Sol.

Las piezas en papel sintético, señala Laris, eran experimentos que su autor planeaba luego trasbordarlos al lienzo de tela, sin embargo siempre lo aplazó hasta llegar al grado de tener decenas de obras que se quedaron esperando.

Kraeppellin falleció el día de su cumpleaños, el pasado 13 de febrero a la edad de 61 años. Morleghem lo dejó de visitar hasta dos días antes de su partida, cuando la familia del artista le dijo que ya había dejado de reconocer a la gente.

"Ese día sí nos reconoció, le preguntamos '¿quiénes somos?' y dijo 'mis cuates', ese día quería entusiasmarse, quería que se generara algo respecto a ventas (de sus obras) porque entrar y estar en el hospital le generaron algunos gastos", cuenta Morleghem, quien recordó cómo el artista se molestaba debido a que no le pagaban las obras vendidas, los perseguía hasta que le dieran el último cinco.

Algunas obras del artista reconocido por su trazo expresionista, sicodélico y espiritual, llegaba hasta los 4 mil dólares, ahora, consideran Morleghem y Laris, podría triplicarse el costo.

Internado en el hospital, Kraeppellin, o por su nombre de pila Juan José Ávila, no aguantó mucho tiempo. Se dio de alta porque quería volver a su casa, su templo, porque era tan hogareño que duraba semanas sin pisar la calle. Llevaba una rutina muy organizada.

"Tenía grandes detalles, yo varías veces me quedé a dormir con él porque en su casa se me daba la oportunidad de trabajar en formatos grandes, y se levantaba y nos preparaba jugo para nosotros, muy atento, ¿habrá sido eso porque no tuvo hijos?, pero tenía ese lado muy buena onda, de hermano", dice Morleghem.

Laris, quien es un investigador de artes plásticas, considera que en la sociedad se está haciendo un homenaje silencioso a la figura de Kraeppellin, uno de los íconos de Guadalajara, empero, predomina "una pena de rancho" ante la figura que representó el artista.

"A mí me manifestaba mucho que cuando la gente le tiraba mala onda, mala vibra, sentía que algo le hervía en el estómago, decía 'ya me esta aventando mala vibra tal y tal', era un cuate que interpretaba su sufrimiento con toda la carga, pasaba la gente y le gritaban y le chiflaban", expresa Morleghem.

"(Pero) tenía muy desarrollada esas dinámicas, sabía incluso metabolizar como parte de una experiencia en la que incluía a los otros, casi, casi tenía una especie de estadística de las cosas que le iban a decir según sus atrevimientos (en su atuendo) y tendía avanzar en ese sentido", agregó a la idea Laris.

 

Despedida a Kraeppellin con textos

La mamá de Kraeppellin, acompañada por amigas y familiares observó el video que se exhibe en memoria de su hijo.

Foto: Jonathan Lomelí

Se colocaron dos muros de terciopelo rojo y una mesa con papeles en blanco, lápices y alfileres para que los asistentes le dedicaran un adiós

 

Jonathan Lomelí

MURAL.-Guadalajara,  México (20 febrero 2009).- Por cada mensaje fijado con un alfiler al manto de terciopelo rojo se cumplió un adiós definitivo, se cerró una historia, o se pidió un perdón al pintor Juan José Ávila Kraeppellin.

"Hermano: qué tarde te conocí... perdóname", se leía en un escrito firmado por Laura Ávila. Junto a una veintena de frases elogiosas de su personalidad o expresiones reflexivas sobre la vida y la muerte, Kraeppellin descansa en paz.

El Museo de las Artes de la UdeG, recinto que organizó en el 2007 la última gran exposición del artista plástico recientemente fallecido víctima de cáncer, preparó un altar para que los asistentes le escribieran mensajes de despedida.

A un costado de la pieza "Homenaje a Galleano", de la autoría del excéntrico artista, se colocaron dos muros de terciopelo rojo y una mesa con papeles en blanco, lápices y alfileres para que los asistentes le dedicaran un adiós.

"Halla dichosa la mortalidad de la vida", expresaba, sentenciosa, otra frase atribuida al filósofo griego Epicuro.

El altar, de vocación kitsch, igual que el propio Kraeppellin, estaba adornado con flores, un buda, rosas sobre un florero, un par de estampas de Marilyn Manson, velas y monos de plástico.

En el foyer del recinto Universitario también se proyecta una entrevista de alrededor de 25 minutos, realizada a Kraeppellin con motivo de la magna exposición que le realizó el MUSA para celebrar sus 30 años de trayectoria.

Poco antes de las 11:00 horas de ayer, unos 13 asistentes ya se encontraban observando el filme, entre ellos su madre Alicia Aceves de Ávila, junto a otros familiares.

Fernando "Azul", un joven artista plástico que conoció en persona a Kraeppellin en octubre pasado, pero desde antes era admirador de su obra, cargaba entre sus cosas un par de dibujos dedicados al pintor, y que colocó en el altar.

"Los empecé a hacer cuando me enteré que había fallecido. La última vez que lo vi estaba en su jardín arreglando las plantitas", recordó el joven.

"Pinta con nuestro padre en el cielo", pedía otro recado redactado a lápiz. El homenaje despedida permanecerá hasta el 1 de marzo.

 

Una digna despedida para Kraeppellin en el Musa

El Museo de las Artes (Musa) ofrece el último adiós a Arii Juan Kraeppellin (1948-2009).EL INFORMADOR * A. GARCÍA

  • Homenaje póstumo

El Museo de las Artes recuerda al artista, pero ante todo al “personaje de la estética citadina” y su legado

EL INFORMADOR.-GUADALAJARA, JALISCO.- Sentadas en una de las cuatro bancas dispuestas en el ingreso del Museo de las Artes (Musa) de la Universidad de Guadalajara estuvieron Alicia, Teresa, Laura y la señora Alicia Aceves de Ávila, hermanas y madre de Juan Kraeppellin, un personaje enorme que hasta el pasado 13 de febrero habitó esta tierra, sorprendió a muchos e intrigó -quizá- a ésos y otros tantos más, especialmente los que apenas lo vieron una o dos veces por las calles, con sus licras, minifalda, una peluca larguísima y su “bolsa del mandado”, delgado como una espiga.

Frente a ellas, un televisor transmitía una entrevista realizada al artista plástico cuando exhibió una retrospectiva de su obra en el museo universitario en septiembre de 2007. Como los otros siete asistentes, le escucharon hablar de sus preferencias musicales, sus autores favoritos (Arreola, Paz), sus artistas plásticos admirados (Colunga y Garval), su ideología (budista) y sus confesiones respecto a otros temas. Todo para conocer un poco al personaje que transitaba de un lugar a otro, al que se veía en exposiciones de colegas artistas, en los centros comerciales, en el tianguis cultural y en uno que otro concierto (como el de Nine Inch Nails) bailando hasta la locura.

Con esta video-entrevista, más una breve película de alrededor de 50 minutos titulada Un día en la vida de Adrii Juan Kraeppellin que se transmite en la Sala Lola Álvarez Bravo y un altar de muertos -como los que él hacía-, el Museo de las Artes rinde un homenaje póstumo al creador y al mismo tiempo lo despide con dignidad, según explica Artemio García Uribe, director de museografía y curaduría del Musa.
“Quisimos hacerle una despedida digna, pensando en el legado que dejó a Guadalajara, no solo como pintor, sino como personaje de la estética urbana citadina. Era un performance citadino”, advierte el curador.

El homenaje dista mucho de ser presuntuoso. Es sencillo, como lo fue el mismo artista. “Pudimos haber elegido piezas representativas para el homenaje, pero algo que nos llamó la atención fue el altar; quisimos hacerle una representación así. Pensamos en esto para que la gente viniera a hacer sus ofrendas y comentarios”, añade García Uribe.

Sin fotografía, el altar posee como imagen central a Andy Warhol y James Basquiatt criticando la pasarela de Jhones Galleano, una mixta sobre papel realizada en el año 2000 por el artista. Unas cortinas en rojo enmarcan la obra en gran formato. Al pie de la imagen -sobre unas bases de madera- yacen algunas figuras y flores. Hacen falta uvas y mandarinas, sus frutas predilectas.

Además de enmarcar la obra, las cortinas sostienen algunos mensajes que han dejado amigos y admiradores del artista. Entre ellos resaltan las notas de Enrique, Carlos, Alicia, Teresa y Laura, “la familia incómoda” del artista, como quizá se le pudo llamar alguna vez, pero en realidad se trata de sus más grandes aprendices, porque Krappellin llegó a esta tierra para transmitirles muchas enseñanzas.
“Poca gente es tan congruente como él, siempre fue fiel a sus creencias. Fue muy feliz y muy intensamente”, recuerda Teresa. “Se arriesgó a todo”, añade Alicia. “Era un perpetuo realizador”.

El altar y los videos continuarán exhibiéndose hasta finales de febrero.


Frase a destacar

“¿Ke-ke soy? ¡Soy el tiempo ke-me-keda, eso es lo que soy!”
Kraeppellin (1948-2009)