NACIMIENTOS:
TRADICIÓN QUE SE HEREDA EN LAS FAMILIAS DE ARTESANOS MEXICANOS
Alfredo Camacho
Con la llegada de las fiestas decembrinas hacen su aparición los tradicionales
nacimientos. El primero de ellos fue puesto por San Francisco de Asís en
la Navidad de 1223, en un viejo establo
cerca de Rietti, Italia, y desde
entonces la costumbre se extendió por el mundo.
En el siglo XVI el nacimiento
fue trasplantado a México por los españoles y entre las familias criollas comenzaron
a aparecer figuras elaboradas en maderas finas de arcilla.
La tradición por los
nacimientos se arraigó desde aquellas fechas en los artesanos mexicanos,
quienes comenzaron a dar vida con sus manos a bellas piezas que evocan el
nacimiento del Niño Jesús en un portal de Belén.
Organizada por el Consejo
Nacional para la Cultura y las Artes, a través del Museo Nacional de
Culturas Populares, la Casa de Cultura Jesús Reyes Heroles
abrió sus puertas para albergar la Feria-Exposición Nacimientos de
Navidad, en la que tomaron parte cerca de 20 artesanos mexicanos de
diversos estados de la República.
El maestro Juan Manuel Estuvier, de San Pedro Tlaquepaque,
Jalisco, quien tiene en su haber más de cinco reconocimientos y premios
nacionales por sus artísticos trabajos, comentó que la tradición de
elaborar nacimientos la heredó de sus abuelos y padres hace más de 40
años.
“Desde pequeños se nos inculcó
el trabajo artesanal; forma parte de nuestra vida y también de la
economía familiar. A lo largo del año acudimos a ferias, exposiciones,
concursos y tianguis de los pueblos para comerciar las artesanías”,
manifestó el artista, que el año pasado fue galardonado por Fondo
Nacional de las Artes con El Gran Premio Hermanos de México.
Los artistas Socorro Sánchez
Murguía (Distrito Federal), quien elabora nacimientos de caracol y
concha; Agustín Tolentino Domínguez (San
Agustín Oapan, Guerrero), quien los hace en
barro negro; Antonio Eurípide Pedro González
(San Bartolo Coyotepec,
Oaxaca), que los trabaja en barro moldeado bruñido esgrafiado, y Selma Barragán Sánchez (Santa María Chigmecatitlán, Puebla), que los realiza de palma
tejida y teñida, hablaron de sus nacimientos y los costos.
Selma comentó
que los nacimientos que ella elabora de cuatro, seis y hasta doce piezas,
tarda de tres a cinco horas en terminar cada conjunto y sus costos
oscilan entre los 600 y los 1,500 pesos.
Los nacimientos de barro del
maestro Agustín Tolentino requieren de más
tiempo para su creación, entre cinco y ocho horas, y los precios van de
los 750 a los 3,500 pesos. “En nuestro pueblo es tradición que desde
niños aprendamos a trabajar el barro y la costumbre se va heredando en
todas las familias”.
La maestra Beatriz Hernández,
de la delegación Gustavo A. Madero, exhibe sus nacimientos acabados en
hoja de maíz que se decoran con el mismo pelo del elote; aseveró que ella
tarda en promedio dos horas en cada pieza, y sus precios van de los 200,
400 hasta los 900 pesos.
La idea del nacimiento se
consolidó como tradición en el arte de toda Italia, siendo durante el
Trescientos (siglo XIV), que se multiplicó la escena de la Natividad,
habiéndose afianzado su popularidad en la segunda mitad del Cuatrocientos
(siglo XV). En la Catedral de Volterra, un
nacimiento de grandes figuras era ya común.
El nacimiento fue todo un acontecimiento:
lo visitaban ricos y pobres, nobles y plebeyos, con un poco de fervor
religioso, por gusto o por curiosidad. Luego, los nacimientos invadieron
las mansiones napolitanas, con figuras fastuosas, vestidas de seda y
adornadas con pedrería, inclusive con oro y plata. Finalmente llegaron
con más sencillez pero quizás con mayor autenticidad hasta los modestos
estratos sociales.
La costumbre de colocar
nacimientos se extendió a partir del Renacimiento hacia otros países
europeos. Por lo que respecta al continente americano, es lógico entender
que con la evangelización llegaron a estas tierras las recreaciones del
acto de fe navideño en diversos materiales.
Las religiosas franciscanas
elaboraban bellísimos nacimientos, especialmente con Niños Dios de cera,
hermosas piezas escultóricas que permanecían en exhibición durante un
año. Los artesanos mexicanos asimilaron rápidamente las técnicas
artísticas traídas de Europa, de manera que las maderas estofadas y
policromadas fueron comunes en los nacimientos mexicanos de la Colonia.
Al paso del tiempo, las
figuras se hacían con ropa más elaborada, que procedía de conventos y
casas particulares. Las caras, pies y manos eran generalmente de cera o
barro, luego, el nacimiento se modificó hasta llegar a ser una abigarrada
mezcla de estilos y motivos en los que aparece el portal rodeado de
magueyes, guajolotes, pastores y tipos populares del México romántico del
siglo XIX: el carbonero, el cazador, la tamalera, etcétera, hechos de
barro, cera, madera, fibras vegetales, hojalata, trapo y de todo material
que corresponde a las ramas artesanales del país.
El poeta tabasqueño Carlos
Pellicer, cuyos Nacimientos se hicieron famosos, sintetizó así el
acontecimiento: “Hace más de siete siglos, en diciembre de 1223, un
hombre prodigioso, lleno de la gracia de la poesía, inventó el
nacimiento". |