Serrano: Esencia y naturaleza
Por: Alfonso de Neuvillate


José Luis Serrano es el mejor exponente del arte fantástico actual. Arte de lo milagroso y de lo sagrado. Arte de mirar al interior, a la inteligencia y sensibilidad y seducir con lo que de ello se desprende. Serrano crea la nueva, la otra realidad. La de poesía intimista. Poeta y rapsoda, pues, de la alucinación y de la condición psíquica. Serrano con su pintura muestra que, al alejarse de lo real, aun tomando motivos e imágenes de la realidad, inventa ésta y en esa reinvención condiciona al arte como apertura de libertad, ya que la banalidad de lo circundante se transforma en alto punto de consideración. Por ello el arte, una vez que lo es de verdad, hace que la naturaleza lo copie y no al revés. Y esto es un acto de los pintores verdaderamente importantes, como es José Luis Serrano y sus esquemas zoofílicos.

Y es que el arte, una vez que se apartó de su condición testimonial, condujo al mismo arte, al artista y a los receptores de lo insólito, por la grandeza de lo que está en el pensamiento y en lo que traspasa los linderos de la credulidad.

Consciente de ello, Serrano fue haciendo de la materia estética rito de su propia mitología y creencia plástica. Praxis de sus anhelos y trascendencia de la emoción. Subjetivo y objetivo. Real y no real Serrano sabe que las formas plasmadas son formas sublimadas, son color y son proceso del intelecto.

Serrano crea y abre puertas a lo especulativo. Cierra ventanas por no situarse en modas o tendencias banales. Inventa y señala que el arte es doble manifestación del espíritu. Serrano, transitando en el arte devuelve a éste su condición de signo y lenguaje singular para escribir sus observaciones de que la creación es intimismo, cambio, sensualidad y sus poemas pormenorizados.

Diversos, inacabables animales pueblan las superficies de Serrano: toros en la faena misteriosa, pájaros en vuelo, infinitesimales, agraciados y agraviados; hipopótamos, rinocerontes, elefantes, perros y gatos en un costal de maravillas contadas con el lenguaje desconcertante y de las significancias cromáticas.

Toda esta zoología habla con lenguaje mayor. El del tono poético y con las variaciones que van surgiendo, una a una, dentro del contexto del texto enigmático y profetizador.

Serrano dibuja y estiliza. Marca contornos y escorzos, desdibuja y soluciona, construyendo, nueva forma de anatomía peculiar y de sombras del encanto.

Y en todas estas visioines existen, graves, seductoramente, multitud de signos que rotan alrededor de deseos infantiles, de señeros y severos universos constructivos y de amorosas pretensiones.

Serrano es el artista diferente de los cientos de existentes en México. No existen, como no existen en toda la historia del arte, preocupaciones de otra índole que no sean las estéticas y las poéticas. Él se aleja de lo que pudiera considerarse como narración o tendencia política. Para esto existe la pintura de efemérides y nada más. Para Serrano cuenta más el onirismo y el afán lúdico -coincidencia que posee con todos los maestros paradigmáticos del antes y del después- conjugado con la poesía que lo que en verdad no es ya arte, puesto que sirve a otras condiciones del ser. Serrano es pintor auténtico: humanista y testimoniador de los deseos del hombe en sus avatares y tránsito por el mundo absurdo y detestable de lo cotidiano. Por eso sus animales que obligan a reflexión y sus tonos agresivos y otras veces amables inducen al sueño de la imaginación y las grandezas nimias.

Después de mirar y admirar las síntesis formales, la maestría en el color, la composición perfecta, la inagotable fuerza creativa; tras descubrir las señas de su semántica y admirar el lenguaje propio, singular y característico que Serrano ha inventado, una vez que se ha contemplado el virtuosismo y el poder comunicativo de obra tan grande y de primer orden adviene la frescura y el vigor; después de comprender que sólo con el arte, único e incomparable, como este de grandes pequeñeces de Serrano es como se puede sacar al espíritu de su cárcel de miseria y elevarlo hasta límites insospechados; luego que se entiende que las expresiones que poseen magia, sueños encendidos, espiritualidad, sensualidad, erotismo y sexualidad -el habre sexual y el habre de ternura- y pasión, como éste por el que transitamos de Serrano, la actitud siempre se transforma dos y más veces: en efecto, la verdad y la hermosura de la mente están ahí presentes.

La obra de Serrano confirma esto y mucho más, que no es lo de menos. Es uno de loas grandes pintores que México ha producido... hasta el momento.